Por Gonzalo Pajares Cruzado
Fuente: Peru21, Lima 07/01/10
http://peru21.pe/impresa/noticia/vanguardia-creo-tradicion-poetica-america-latina/2010-01-07/265035
En la antología Rosa Polipétala. Artefactos modernos en la poesía española de vanguardia (1918-1931) (Estruendomudo), Eduardo Chirinos nos muestra, además de las creaciones poéticas hispanas de la época, sus vínculos con las vanguardias latinoamericanas. Sepa cómo en este diálogo.
"La literatura latinoamericana tiene un largo proceso de dependencia con la española. Las vanguardias fueron para España una etapa, un momento en su tradición poética. Pero, en el caso de América Latina, vinieron a crear una tradición poética", nos dice Eduardo Chirinos, poeta y académico peruano que, en Rosa Polipétala. Artefactos modernos en la poesía española de vanguardia (1918-1931) (Estruendomudo), analiza las vanguardias españolas y latinoamericanas y nos muestra qué se escribió en España entre las generaciones del 98 y del 27.
¿Cuándo nos 'independizamos’?
Con el modernismo. Allí se produjo el fenómeno 'la vuelta de las carabelas’. Latinoamérica influye en los españoles y hay un diálogo muy rico. El modernismo permite, por primera vez, trazar un puente equilibrado entre ambas literaturas. El proceso de la vanguardia en España fue un acto de camaradería donde participaron escritores hispanoamericanos y de distintas tendencias políticas, quienes bebían en los mismos cafés y publicaban en las mismas revistas. Pero, el inicio de la Guerra Civil Española supuso el acta de defunción de la vanguardia en España.
¿Por qué?
Los poetas simpatizantes de la República se volvieron 'poetas sociales’. Otros se fueron al extranjero –la plana mayor de la generación del 27–, y los simpatizantes de los falangistas y de Franco –que los hubo– volvieron a la tradición, una repetición vacía porque estaba impuesta desde el poder.
¿Qué pasó con los latinoamericanos?
La vanguardia fue, prácticamente, el acta de nacimiento de la tradición latinoamericana, cuyo gran antecedente fue el modernismo. Allí están Paz, Neruda, Vallejo, Borges, Huidobro.
¿Qué sucedió con la poesía hispana entre las generaciones del 98 y del 27?
Hubo una continuidad marcada por las vanguardias, aunque estas fuesen miradas con una absoluta y radical sospecha por la generación del 98. Si uno lee las opiniones que tenían sobre las vanguardias gente como Unamuno, como Machado, encontraremos distancia y burla… distancia y burla que eran extensivas a los 'artefactos’ propios de la modernidad. Cuando Machado habla de la bombilla eléctrica y del cine, lo hace desde la desesperación cultural. Unamuno dijo alguna vez, imagino que alumbrado por una vela: “Me cago en la electricidad”.
Hoy pasa lo mismo con la computadora, con la revolución tecnológica…
Exacto. Toda la sintomatología de la modernidad, todas las máquinas funcionaban como un reto para los poetas. De pronto, a inicios del siglo XX, estos dejan su Olimpo lleno de 'inmensas preguntas celestes’ y empiezan a lidiar con 'artefactos’ –el teléfono, el automóvil, el cine, etcétera– que alteran su vida y el paisaje urbano. Hoy, las computadoras han cambiado nuestra forma de ver las cosas y han transformado el 'sistema productivo’ de los escritores: no es lo mismo escribir a mano, en máquina de escribir o en una Mac… así como es distinta la materia poética porque los elementos del mundo son otros.
Los 'artefactos’ de la modernidad se convierten en materia poética. ¿Es una manera radical de enfrentarse al pasado?
Hay algo muy interesante que nace de su pregunta: el alcance político. Muchas veces, este alcance no está enunciado en el poema. A veces vemos a los poemas como meras piruetas verbales, como meros juegos tipográficos –por ejemplo, en Oquendo de Amat–. Lo que me fascina es cómo, más allá del enunciado de una visión, el 'elemento político’ está en esas piruetas verbales, en esos caprichos tipográficos, en ese lenguaje telegráfico que elimina la sintaxis. Esto no responde a un capricho o a una moda, sino a la concepción de los poemas como un artefacto, como un 'invento’ moderno. Los poetas construyeron sus poemas como si fueran 'obreros de la palabra’. Es decir, creaban de la misma forma que un obrero armaba una pieza de ingeniería: ponían una palabra aquí, otra allá, las superponían, etcétera. Esto, sin duda, va a crear una especie de corriente de simpatía hacia los obreros y hacia sus demandas políticas. En resumen, los sistemas productivos cambian la noción del poeta y del poema.
¿Este es el principal aporte del libro?
Me interesa establecer cómo los poetas hispanoamericanos incorporan a su sistema creativo artefactos que ni nacieron ni se produjeron en sus propias sociedades. Una cosa es escribir sobre el automóvil en un país donde estos abundan y, otra, en un pueblito de Castilla o de los Andes.
Autoficha
Nací en Lima, en 1960. Estudié Lingüística y Literatura en la Universidad Católica. Mi doctorado lo hice en la Universidad de Rutgers (New Jersey). Soy poeta y ensayista. Como poeta he publicado Cuadernos de Horacio Morell, Sermón sobre la muerte, Recuerda, cuerpo..., Abecedario del agua, No tengo ruiseñores en el dedo y más; como ensayista, El techo de la ballena, La morada del silencio y Nueve miradas sin dueño. Soy profesor en la Universidad de Montana (Estados Unidos).