Por Enrique Sánchez Hernani
Fuente: El Comercio, Lima Domingo 18 de Abril del 2010
http://elcomercio.pe/impresa/notas/oh-poeta-cibernetico/20100418/463469
Carlos Germán Belli debe ser el más importante poeta peruano vivo. Su voz, en la que confluyen tradición y vanguardia, nos sigue conmoviendo, un digno representante de este Mes de las Letras
¿Qué cosas le une y qué le separa de su generación, la del 50?
Nunca había pensado de mi relación generacional, pero ahora he reflexionado. Es un balance favorable en todo sentido. Lo que más recuerdo es el vínculo de la solidaridad. Estuve acordándome que nuestros poemas iniciales eran acogidos en diarios y revistas, y prontamente reseñados, con muchas reseñas a favor. Luego recuerdo la imprenta La Rama Florida, que tenía a su cargo Javier Sologuren. No tengo memoria de las cosas negativas en este momento.
A pesar de que en ese momento hubo dos tendencias: los poetas puros y los sociales, ¿no es así?
Ahí hubo una divergencia artística, radical en realidad. Los poetas puros eran una minoría; lo que primaba eran los de corte social. Había muchas lecturas públicas, pero polémicas, muy pocas. Según Julio Ortega, yo estoy en los dos campos, pero al final terminé más preocupado por el lenguaje, por las formas. Gran parte de mi vida ha girado en torno a esa inquietud.
Siendo su lenguaje tan particular, ¿alguna vez se sintió extraño al contexto incluso latinoamericano?
¡Una rara avis! Puede ser que en el inconsciente me sentía así, como alguien que iba contra la corriente. No recuerdo bien si la crítica me lo señalaba, aunque es probable. Mis fuentes eran el Siglo de Oro español.
¿Con qué amigos de su generación se reunía para hablar de poesía?
Mi gran amigo fue Javier Sologuren, mayor en algunos años. Para mí fue una suerte de maestro tácito. Era un poeta traductor, muy cuidadoso de las cosas que escribía. Traté de asimilar eso dentro de mis posibilidades.
¿Cómo escribía al comienzo? En algunos poemas suyos se queja del trabajo de amanuense que lo sofoca.
Yo fui un hombre de clase media. Ese hecho me dio la disciplina en la vida. Yo he trabajado incluso en dos sitios a la vez. Era un pequeño funcionario del Senado pero, a la vez, era traductor en agencias noticiosas. Entonces escribía poesía de día o de noche. Leía mucho. El Congreso estaba cerca de la Biblioteca Nacional, y como los empleados del Senado entrábamos tarde, antes de ir a la oficina, aprovechaba para leer en la biblioteca. Copiaba a mano los poemas de Arellano, Herrera, Arriola, Góngora.
¿Corregía mucho?
Sí. Saber cuándo un poema queda es un misterio de la creación.
¿A qué libro suyo le tiene más aprecio?
Aprecio todo, aunque me inclino por los poemas donde hablo de mi hermano, de mi madre, del universo familiar, hay uno llamado “El legado”.
¿A qué cosa aspira hoy?
Quiero escribir un poema largo y seguir escribiendo el libro en el que estoy metido ahora. Eso es lo que me guía. Y seguir leyendo. Baudelaire me interesa mucho. Villon también me interesa, sus baladas son redondas. Acabo de releer a Francisco de Medrano, un sevillano del siglo XVI.
Amanuense (poema)
“Ya descuajeringándome, ya hipando
hasta las cachas de cansado ya,
inmensos montes todo el día alzando
de acá para acullá de bofes voy,
fuera cien mil palmos con mi lengua,
aunque en verdad yo por mi seso raso,
y aun por lonjas y levas y mandones,
que a la zaga me van dejando estable,
ya a más hasta el gollete no poder,
al pie de mis hijuelas avergonzado,
cual un pobre amanuense del Perú”.
Para vivir mañana
La cita era en la oficina de este suplemento un día de marzo de 1990. Encontrarme con un señor que tecleaba con ritmo en una gran máquina de escribir frente a una pared puede no ser una imagen muy atrayente, pero a mí me quedó grabada en la retina (persistencia retiniana aguda de cineasta) y pensé en utilizar esa primera impresión para el cortometraje que estaba haciendo sobre el poeta.
Carlos Germán Belli, hombre parco, pero sumamente versátil en su poesía, me inspiró para reflejar el tema principal que quería tratar: el paso del tiempo y el arte de saberlo aprehender. En el filme “Para vivir mañana, Carlos Germán Belli”, la notable fotografía de Gianfranco Annichinni, la hermosa música de Lilia Romero y la recreación del ambiente onírico de su poesía, nos permitieron plasmar un homenaje en vida al poeta. Cuando lo vio, su comentario fue: ¡de vanguardia! Se emocionó con la recreación de sus padres, sobre todo de su madre. Hay un dato curioso: elegí para dar unidad al filme un poema titulado “No despilfarrarlo”. En las imágenes vemos la letra escrita a mano de Belli. Yo no sabía que el poeta había escogido ese mismo poema (escrito a mano) para la carátula de su próximo libro.
Silvia Kantor Palant, cineasta