Marita Troiano
Editorial Carpe Diem y el arte de publicar:<br>“Publicamos libros en serio pero no en serie” Editorial Carpe Diem y el arte de publicar:
“Publicamos libros en serio pero no en serie”


Por Virginia Vilchez Samanez
Fuente: LibrosPeruanos.com
Noviembre 2008

La poeta, narradora y ensayista peruana Marita Troyano, fundadora y directora del sello editorial Carpe Diem, considera el acto de editar como una cuestión esencialmente artística y también como una prolongación del acto de escribir. “Necesitamos de inspiración para editar un libro. No editamos libros en serie. Sí editamos libros en serio pero no en serie, y eso es lo que nos guía”, puntualiza. Su objetivo es lograr “un libro que no solamente sea rico en contenido sino en su aspecto exterior, que sea agradable a los sentidos”. Opina que para que un libro sea bello no tiene que ser caro.


Contigo habría mucho que hablar de poesía, pero en esta ocasión quiero que hablemos de tu trabajo como editora. ¿Como surge Carpe Diem?
Vamos a empezar por el nombre. Como te decía hace un momento, fue un nombre que se me quedó grabado cuando vi la película La sociedad de los poetas muertos, y cuando supe lo que significaba (Carpe Diem es “aprovecha el día”, en latín) se me quedó aún mas grabado para usarlo alguna vez cuando editara alguna revista, que era lo que yo quería hacer en el año ochenta y algo, cuando todavía no había publicado ningún libro de poesía mía.

¿Publicaste tu primer libro con tu propio sello editorial?
En 1996 publico mi primer libro, Mortal In puribis, con Lluvia editores. La reedición la pensamos hacer ya con este nombre Carpe Diem, pero igual la sacó Lluvia con otros editores. En ese mismo año, se dio la oportunidad de dar un recital de poesía por el Día de la Mujer, que yo organicé después con la municipalidad de Miraflores. Convocamos a todas las poetas peruanas de ese momento, a Blanca Varela, Yolanda Wethspalen, Carmen Luz Bejarano, en fin, a todas las grandes poetas, las jóvenes poetas y las poetas que recién también estábamos saliendo a la luz. Conseguí un auspicio para lo que iba a ser una plaqueta en la que rescatábamos los poemas de ese recital. Tuve la suerte de que me dieran un poquito más de dinero y pude editar un pequeño libro, una pequeña antología que se llamó Mujeres Poesía, el primero titulo para mi editorial, la misma que quedó fundada realmente en marzo de 2007. Así fue el nacimiento de Carpe Diem.

Me decías que tomas tu labor de editora como un acto artístico...
Sí. Entiendo el acto de editar como una cuestión esencialmente artística y también como una prolongación del acto de escribir. De ese modo, si bien es cierto que con cada edición tengo que detener toda mi actividad como escritora, eso está muy bien porque es cierto que estoy dándole honores a los textos de otros, al provocar, al producir, al propiciar un libro que respete un texto que sea bello como objeto, un libro que no solamente sea rico en contenido sino en su aspecto exterior, que sea agradable a los sentidos, esa es una idea que yo tengo de lo que debe ser un libro.

¿Es Carpe Diem un sello editorial de poesía?
Básicamente es de poesía, la mayoría de títulos son de poesía pero también tenemos algunos de narrativa, pero no son muchos hasta ahora. También, hay quienes piensan que Carpe Diem solo publica a mujeres y no es así. También hemos publicado a algunos jóvenes poetas y lo vamos a seguir haciendo. Pero, sí, fundamentalmente publicamos poesía

¿Trabajas con algún equipo? ¿Cuáles son los criterios de evaluación de una obra para que pueda ser publicada?
No tenemos personas fijas en la oficina chica que tenemos, pero sí es un equipo de gente vinculada a la literatura, que lee los manuscritos que nos llegan. Son cuatro personas las encargadas de evaluarlos, una de ellas soy yo. Establecemos un juicio sobre la obra, no un juicio de valor porque no se puede hacer eso sobre la obra de nadie, sino un juicio sobre las posibilidades de editar, las posibilidades de que los autores corrijan nuevamente sus manuscritos, las posibilidades de que retomen sus trabajos desde otra perspectiva. Orientamos a la persona que llega a nuestra oficina editorial y si se acuerda editar, empezamos entonces el trabajo. Publicamos cuatro libros al año, no más.

¿Y el trabajo de diagramación, el diseño de carátulas?
Yo veo toda la parte gráfica y de diagramación, puntualmente, por eso te digo que cuando editamos un libro no puedo hacer otra cosa y nunca dos a la vez.

Quizá por eso sea que también editan poco.
Sí, Virginia, la verdad, te digo, editar es como una especie de apostolado, aunque no tanto como la poesía porque editar sí te deja un margen de utilidad. Pero tampoco es tanto. Es un mínimo y, sin embargo, la cuestión de editar tiene un sentido. Es que una obra, si vale la pena de leerse, no puede quedar metida en un cajón de escritorio o una gaveta. Entonces, cuando llega un autor que realmente nos conmueve, que provoca una reacción absolutamente eufórica con su texto, algo que nos ha pasado continuamente, vemos la manera de hacerlo sin que sea un libro caro, porque para que un libro sea bello no tiene que ser caro. Es cuestión de tener buen gusto, de tener sentido común y, sobre todo, de tener respeto por los textos. No puedes entregar un libro veteado, con una letra que se vaya para arriba o que tenga una pagina más arriba o más abajo. En eso soy obsesiva y maniática, mido página por página, espacio por espacio, incluso las prueba de galera. Entonces, cuando un libro nos llena tanto, vemos la forma de publicarlo.

¿Qué forma de trabajo tienen? ¿Cómo financian las publicaciones?
Hemos usado ya en dos oportunidades el sistema de la venta de bonos porque trabajamos de la manera siguiente: la persona que viene a nosotros paga su edición; en el precio de esta edición está ya contenida la utilidad que voy a tener como editora, que es un porcentaje, como te repito, no significativo dentro del monto total pero que ayuda a los gastos, como transporte, etc. Luego, este autor o autora recibe la totalidad de sus libros menos 50 ejemplares, que quedan para archivos, prensa, promoción, para cuando los llevo o envío a algunas ferias, congresos. Se le entrega la totalidad de los libros que le tocan al autor y se le apoya en todo lo que es la distribución en librerías de Lima y Callao, no en provincias, salvo a través de distribuidoras que ya tienen sus centros en distintas provincias. También lo distribuimos en librerías virtuales. Esa es la función que hacemos. Asesoramos en todo lo que sea presentación, toda la parte social de la edición, toda la parte de entrega al mundo. Y todas las cobranzas están a cargo del autor. Nosotros solamente recibimos un pago inicial la primera vez; luego, todo lo que corresponda a la venta de los libros pertenece al autor, tanto así que ellos, con sus facturas y guías, son quienes entregan sus textos a las librerías. Yo personalmente, y lo sigo haciendo, los acompaño de librería en librería para presentarlos como autores y para que tengan algún tipo de apoyo más cuando vayan ir solos, para la segunda vez o por las reposiciones.

Aparte también has publicado tus libros en Carpe Diem. ¿Cuál es para ti la mayor dificultad como editora?
Mira, me gustaría que bajaran un poco los costos, el papel, el cartón, los servicios. Aquí los servicios son caros. No nos podemos dar el lujo de tener una imprenta. No tiene sentido tener una imprenta para publicar libros de poesía, porque no son muchos, ni el tiraje es grande, por más que yo quiera.

¿Cuál es el tiraje usual de tus ediciones?
Siempre aconsejo publicar como máximo 500 ejemplares de un libro de poesía. Yo he publicado siempre 1,000 libros míos pero ese es mi riesgo. Yo no puedo invitar a un riesgo mayor a una persona que recién publica un libro o, incluso aunque tenga ya libros publicados, ¿qué hago con una montaña de libros?, porque la lectura de la poesía es una cuestión no de elite, pero es algo que ha perdido un poco de la frecuencia lectora, porque se le ha inventado un letrero de que no se entiende, de que es una cuestión compleja. Eso es lo que nosotros tenemos que comenzar a borrar, esa falsa imagen de la poesía. Por eso es que se tiene que editar poco, porque el público es un público cautivo que siempre es el mismo, que siempre está buscando uno u otro título. No puedo recomendar publicar tantos textos. Un problema es la difusión, hacer énfasis en que leamos poesía pero que no la sintamos como una cuestión que nos vaya a dar sueño, ni que nos vaya a aburrir. La gente dice que la poesía es aburrida. ¿Cómo puede ser aburrida? La poesía no es aburrida. Puede haber poesía críptica, poesía muy cerrada, pero va a encontrar su nicho. También hay gente a quien le gusta esa poesía, hay otros a quienes les gusta la poesía explosiva o a otros la erótica, otros la “dark”; o sea, hay distintos temas que tiene distintos públicos. Yo creo que lo que necesitamos para que no tengamos este problema de las ediciones cortas, porque eso influye en el costo, son costos fijos, que si los prorrateas entre 500, 1,000 o 5,000 el precio del libro ser iría, pues, a la tercera o cuarta parte. Si hacemos 500 libros, el libro va a costar un 30 por ciento más que 1000, ¿verdad? Y si hicieras 5,000 va a costar 50 por ciento menos que 1000, pero para eso necesitamos lectores, promover la lectura en general.

Y se lee poco en el Perú, ¿no?
Sí, pero la poesía, creo, es la más golpeada con esta cuestión de que es complicada. Además, la lectura misma; tú sabes que en el Perú no estamos entre los grandes lectores de Sudamérica. Y sobre este caso de que se lee poca poesía, yo he conversado con amigas poetas europeas, españolas, italianas y en Nueva York también; sabes que yo tengo vínculos allá. Y tampoco, los tirajes allá son cortos, no es una cuestión del Perú. Y, ojo, que el Perú es uno de los países con mayor frecuencia de tiraje de libro de poesías, o sea, estamos empecinados en seguir sacando poesía. Este es un país de poetas y de libros de poesía a diario. Claro, el cuidado de las ediciones a veces no es tan parejo, pero eso también responde a costos y posibilidades. En ese sentido, si tuviéramos más lectores, los costos se irían abajo, al suelo, y podríamos sacar, no sé, 2,000 libros, quizá.

El problema es qué hacer para que haya más lectores.
Es una cuestión que tenemos que ir sembrando desde la escuela. Y debemos trabajar más que con los niños, con los padres, porque son los padres y los profesores los que inducen a los niños y niñas a la lectura. Los niños por sí solos no van ir a buscar un libro; ellos van a ir a la televisión, a cosas que los distraigan del colegio. La escuela es la primera forma de socialización, pero ya encasillada. Entonces, cuando ellos salen de la escuela, no quieren saber nada con los libros. Quieren jugar pelota, quieren, no sé, jugar a lo que sea. Hay que comenzar por ahí, leerles, hacer libros para niños que los enteren, los incentiven, hay que propiciar recitales para niños.

Cosa curiosa: los niños son muy receptivos a la poesía.
Absolutamente. Yo creo que es cuestión de nosotros, quienes estamos en esta aventura de escribir, buscar la forma de llegar a ellos. Nadie nos va a venir a tocar la puerta para ir a decirles “miren tenemos estos poemas, queremos leerles un pedacito de...” debemos llegar a ellos con temas que, por supuesto, los seduzcan. Debemos propiciar que ellos también escriban, porque tú misma tienes la experiencia, y yo y cualquiera, en el colegio, cuando éramos pequeñas: poemas por el día de la madre, por el día de la primavera, todos los chiquitos escriban sus poemas. Si eso surgiera una vez al mes, creo que además de ser catártico y liberador de todo ese arte que en el fondo todo ser humano tiene dentro, esa capacidad de crear, el arte como capacidad de crear, por ahí debemos trabajar...

Carpe Diem surge en 1997, o sea, tienen 11 años. ¿Cuál ha sido la mejor o peor época de Carpe Diem como editorial?
Ninguna, porque nosotros no hemos tenido grandes expectativas, no nos hemos planteado grandes expectativas ni las queremos. Nuestro trabajo es una cuestión esencialmente artística. Necesitamos de inspiración para editar un libro. No editamos libros en serie. Sí editamos libros en serio pero no en serie, y eso es lo que nos guía. Si publicamos tres libros en un año, está bien; en eso no hay mal año.

¿Y cuál es el proyecto en el que estas trabajando ahora?
En este momento tengo un libro de poesía de un poeta joven, José Ignacio Berne. Estamos pensando publicarlo a comienzos del próximo año. Luego tengo un proyecto para un libro de la comisión de escritoras del PEN Club, sobre ecología, que también esta programado para el próximo año, y tenemos que empezar a trabajarlo ya. El libro anterior ya está diagramado solo para la prensa. Tengo esos dos proyectos por ahora. Además, no pensando en libros sino en documentos, tenemos también los documentos de la comisión de escritoras del PEN Club que es Escritura, una revista que sacamos una vez al año con toda la información de nuestras actividades y que va a toda Latinoamérica.
Desde ya tenemos trabajo hasta marzo, y trabajo intenso.

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