Por Roger Rumrrill
Fuente: Kanatari, 19 setiembre 2007
En su ya famoso libro “El mito del desarrollo. Los países no viables en el siglo XXI”, el ensayista y diplomático peruano Oswaldo de Rivero sostiene enfáticamente-coincidiendo plenamente con notables gurúes de la economía y la geopolítica mundial-que los países que sólo exportan materias primas sin transformar porque han optado por un modelo económico primario-exportador, están condenados definitivamente al subdesarrollo y la pobreza.
De Rivero ha vuelto a retomar el tema de la inviabilidad de los países primario-exportadores en un reciente breve ensayo publicado en la edición peruana del mensuario francés “Le Monde diplomatique” correspondiente a este mes se setiembre. Señala que en el pasado siglo XX la mayoría de las naciones de África, Asia y América Latina han ensayado todos los modelos económicos para salir de la pobreza y el subdesarrollo: estatismo, neoliberalismo, sustitución de importaciones y el socialismo soviético antes de su extinción.
Sin embargo, sólo Corea del Sur, Taiwán, Singapur y Malasia han podido por fin emerger del hoyo profundo del atraso y del infierno de la pobreza. Los demás países, especialmente los de África y la mayoría de América Latina se alinean aún en el rango de los no viables.
El autor se pregunta qué es lo que hace la diferencia entre los cuatro países asiáticos y los subdesarrollados de África, Asia y América Latina. “La diferencia lo hace el cambio cultural, el renacimiento de una nueva cultura donde se ha dado importancia a las ciencias matemáticas, físicas, químicas, biológicas y sobre todo a la investigación científica. Hoy la tecnología derivada de estas ciencias innova las exportaciones de Corea del Sur, Taiwán, Singapur y Malasia, creando cada vez más prosperidad”, se responde el analista.
En efecto, tanto Corea del Sur como Taiwán eran tan pobres como el Perú y Bolivia en los sesentas del siglo XX. Hoy en día, gracias a una verdadera revolución educativa, con una alta inversión en ciencia y tecnología, se dan el lujo de competir en inventos e innovación tecnológica con China, India e incluso con Estados Unidos, Japón y la Unión Europea.
Por contraste, América Latina no inventa nada o muy poco porque su inversión en investigación y desarrollo científico representa apenas el 1 por ciento de su Producto Bruto Interno (PBI). En cuanto al Perú, casi avergüenza decirlo: nuestra inversión en ciencia y tecnología apenas roza el 0.03 del PBI. Es decir, casi nada.
Consolidando el modelo primario-exportador
El largo y farragoso mensaje presidencial del 28 de julio pasado, un ejercicio de futurología, fue una reafirmación de nuestro anclaje en el mar de fondo del modelo primario-exportador.
Obsedido y obnubilado por el “boom” minero, el presidente García dijo apenas dos palabras sobre la Amazonía, el espacio estratégico del agua y la biodiversidad; enmudeció con relación a la cultura y calló en todos los idiomas en el vital tema del medio ambiente en un momento en que asoma el viejo debate entre un Perú minero y otro agrario y cuando los impactos de la minería reclaman con urgencia una autoridad ambiental autónoma y vinculante.
Pero sobre todo no dijo una sola palabra para cambiar nuestra condición de país primario-exportador con una revolución en la educación, en la ciencia y la tecnología. Todo lo contrario, ilusionado en la minería, anunció para el año 2011 una inversión de 100 mil millones de dólares básicamente en este rubro, seguramente con un costo ambiental y social inmenso e hizo pronósticos futuristas como si el ciclo de crecimiento de la economía y el buen precio de las materias primas internacionales fueran eternos.
La onda Kondratieff en picada y el fin de las ilusiones del crecimiento
Sin embargo, la famosa onda de Kondratieff, esos ciclos que duran aproximadamente medio siglo, después de una fase ascendente hasta el nivel “A” ha empezado a descender hacia su fase “B” casi en picada, como nos acaba de recordar el economista Jurgen Schuldt.
A propósito, el mismo Schuldt ha evocado recientemente al economista de la Universidad de Nueva York, Nouriel Roubini quien, como un predicador en el desierto, ha estado anunciando sin ser escuchado el fin del ciclo de crecimiento y como consecuencia y secuela tempestades y turbulencias económicas y sociales que ya se hacen sentir en la economía internacional y especialmente en la mayor economía del mundo, Estados Unidos.
Así, tal como Roubini había advertido, las sombras de la inflación y recesión están empezando a oscurecer el horizonte económico estadounidense; su pronóstico de una subida del precio del barril del petróleo a 80 dólares se acaba de cumplir, así como el estallido de la burbuja inmobiliaria y la trepada de la tasa de interés decretada por la Reserva Federal.
El efecto de estas turbulencias en la mayor economía del mundo ha sido inmediato: han caído las Bolsas internacionales, se han volatilizado los mercados y se ha sentido una fuerte fluctuación de los precios de las materias primas a nivel internacional.
El mayor peligro de esta turbulencia, de acuerdo a Schuldt y otros analistas de la economía mundial, no ha pasado. Más bien está por llegar, sobre todo si los bancos centrales deciden reestructurar sus portafolios de activos cambiando de dólar a euro y si China y los países integrantes de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) deciden hacerlo.
En lo que nos queda de está década, según la predicción de Schuldt, la turbulencia económica y financiera agitará los mercados y se producirán devaluaciones competitivas, amenazas y fricciones entre las grandes economías, conflictos y enfrentamientos por precios y se instalarán duros escudos proteccionistas selectivos.
De cara a este sombrío panorama, resultan poco probables y realistas las tasas de crecimiento e inversión para el año 2011 anunciadas por el presidente García en su mensaje a la nación del 28 de julio pasado, en una economía primaria exportadora como la peruana de alta vulnerabilidad y con precios de los minerales en constante fluctuación y caídas. Aunque el ministro de Economía y Finanzas, Luis Carranza, acaba de hacer descender de su nube al presidente García al señalar cinco razones para ser prudentes en cuanto a los anuncios económicos triunfalistas: la crisis inmobiliaria estadounidense frenará la tasa de crecimiento del país hasta situarla en sólo 6. 2 por ciento; esta crisis a la vez provocará la desaceleración de la economía china, afectando nuestras exportaciones; este impacto en cadena provocará caídas de los precios del zinc y el cobre, la base minera de nuestras exportaciones. Además, el incremento de los precios del petróleo y el trigo tendrá una consecuencia negativa en los términos de intercambio de nuestra economía en general. (Presentación del Marco Macroeconómico Multianual 2008-2010 ante la Comisión de Presupuesto del Congreso de la República, 18/9/2007).
La Amazonía: el túnel sin salida del sistema extractivo-mercantil
El sistema extractivo-mercantil es la caracterización amazónica del modelo primario-exportador.
En el contexto que hemos descrito, el sistema extractivo-mercantil es un túnel sin salida o, para decirlo en los términos de Oswaldo de Rivero, es un sistema económico, social y ambientalmente inviable para alcanzar el desarrollo.
El reflejo, la demostración o la expresión de esta inviabilidad del sistema es la realidad social y económica de la Amazonía de hoy: los únicos indicadores que crecen de modo sostenido y acelerado en la Amazonía son la pobreza, la desnutrición, la población y el deterioro y erosión de los ecosistemas amazónicos. Sin embargo, nadie podría negar que desde los años sesenta del siglo pasado, los gobiernos formularon y ejecutaron políticas de inversión en la región, lo mismo que la cooperación internacional y los gobiernos regionales y locales, en las dos últimas décadas ejecutaron inversiones en salud, educación e infraestructura social por más de mil millones de dólares provenientes del canon petrolero. Incluso los gobiernos centrales promulgaron para la Amazonía leyes de exoneración tributaria para incentivar la inversión privada en la región.
Pero todo ese cúmulo de inversiones y de herramientas jurídicas, surtieron pobres resultados en la generación del desarrollo humano en la Amazonía, de acuerdo a los indicadores que acabamos de citar.
La actual Región Amazonas y en particular la provincia de Condorcanqui, la mayor frontera indígena de la Amazonía, es un ejemplo de ello. En la provincia de Condorcanqui, cuya capital es Santa María de Nieva, el 95 por ciento de la población es indígena, Aguaruna-Huambisa, de la familia etnolingüística Jíbaro-Jíbaro.
En Condorcanqui, entre el año 2001 y el año 2006, se han ejecutado los siguientes montos de inversión: UNICEF, 7 millones de dólares; la ONG CARE, 4 millones de dólares; la ONG Conservación Internacional, 1 millón 800 mil dólares. Por su parte, el Estado mediante el Instituto de Recursos Naturales (INRENA) con el proyecto PIMA ha ejecutado 10 millones de soles y el Gobierno Regional de Amazonas, a través de la Sub Gerencia Regional invirtió 18 millones de soles. A este financiamiento habría que agregar los 250 mil dólares del Plan Binacional del Acuerdo de Paz Perú-Ecuador e inversiones menores de Provías, Pronasar y los gobiernos locales, entre otros.
No obstante, el deterioro de los indicadores sociales y económicos se han agravado con relación a los años anteriores a las inversiones. Siete años después, la desnutrición corroe la vida de la población especialmente infantil, la salud materno infantil está peor que nunca, la educación es una calamidad y la violencia sexual un flagelo. Este dramático cuadro social puede extrapolarse para toda la Amazonía Peruana especialmente rural.
Para el economista Max Arroyo Gutiérrez, posiblemente el mayor conocedor de la realidad de la región por sus estudios y largos años de trabajo en la zona, la razón de por qué las inversiones no cambian la situación de pobreza de la población es porque el 80 por ciento del gasto está orientado a la llamada infraestructura social: caminos vecinales, carreteras, lozas deportivas, locales escolares y de postas médicas. Inversiones en infraestructura que el gobierno central prioriza, lo mismo que los gobiernos regionales y locales y que, como todo el mundo sabe, es también la puerta abierta a la corrupción.
“No se invierte en las personas. En mejorar la calidad de su educación y su salud. Tampoco en ayudarles a incrementar la producción y productividad de sus chacras y en transformar su producción para que obtengan mejores precios con el valor agregado”, explica Arroyo Gutiérrez.
Cambiar el modelo: la salida al final del túnel
Sin duda la salida al final del túnel está en cambiar el sistema extractivo-mercantil que es igual a decir cambiar el modelo primario exportador de la economía peruana.
En la Amazonía asoman las primeras señales de esta intención de cambio en la Región San Martín donde ya se habla de una Región Piloto en materia medioambiental y en el manejo y el uso del recurso forestal.
Para el economista César Villanueva Arévalo, presidente de la Región San Martín y de INTERNOR, las prioridades de su gestión se orientan a hacer una revolución en la educación, en la salud y en generar a través de diversas fórmulas -inversión directa, convenios, cooperación internacional-, una nueva cultura científica y tecnológica.
En el plano económico-me explica-su gobierno apunta a la formulación de políticas de desarrollo de largo plazo donde las exoneraciones -un debate que absorbió el valioso tiempo de los gobiernos regionales durante todo el primer semestre del 2007- es una herramienta más de una política económica.
Para Villanueva Arévalo el proceso de unidad amazónica vía el Consejo Interregional Amazónico (CIAM) es una condición sine qua non para desatar un proceso de transformaciones en la Amazonía. Por ello-dice enfático-plantea dos ejes centrales para dinamizar este proceso: la unidad en la identidad cultural y una unidad en la formulación de las políticas ambientales y de desarrollo sostenible de la Amazonía.
La construcción de una AGENDA AMAZÓNICA
El proceso de unidad amazónica integrando las Regiones de Loreto, Madre de Dios, Amazonas, Ucayali y San Martín debe producir, como primer paso, la construcción de una AGENDA AMAZÓNICA.
Esta AGENDA AMAZÓNICA, de acuerdo a consultas que hemos efectuado entre los líderes políticos y sociales de las cinco Regiones Amazónicas debe contener los procesos claves para lograr la transformación gradual pero sostenida del inviable modelo extractivo-mercantil, tales como una Ley Marco de Inversión y Desarrollo Sostenible de la Amazonía Peruana, fundamental para dotar de una visión de futuro a la región.
Además, se debe emprender el rediseño y descentralización de los presupuestos de inversión del canon del gas y del petróleo; una reingeniería a fondo de los sistemas de salud y educación y una política de inversión en ciencia y tecnología; transformación e innovación de la materia prima de la biodiversidad para la obtención de valor agregado y una completa zonificación ecológica y economía del territorio amazónico.
Sin olvidar, naturalmente, la elaboración de planes de contingencia frente al previsible agotamiento del gas y del petróleo como fuentes de energía y de financiamiento de la inversión y planes de contingencia ante el evento del calentamiento climático y sus impactos en la salud y en la oferta de agua para el consumo humano, la agricultura y la industria.
Estos deben ser los primeros pasos de un cambio que no puede detenerse porque es una cuestión de pobreza y subdesarrollo y de cambio, trasformación y desarrollo humano. Al final de cuentas, es una cuestión de vida y muerte.