Por Gonzalo Pajares Cruzado
Fuente: Peru21, Lima 13/12/07
Nadie sabe mis cosas (Fondo Editorial del Congreso) es, hasta el momento, el libro más ambicioso que se ha editado sobre la obra de la gran poeta Blanca Varela. Preparado por las poetas Rocío Silva Santisteban y Mariela Dreyfus, el volumen recoge muchos de los más importantes ensayos que se han escrito sobre la autora de Concierto animal, desde el mítico prólogo que Octavio Paz escribió para la primera edición de Ese puerto existe hasta Elogio de Blanca Varela, el reciente -y muy sentido- texto que Vargas Llosa le dedicó a la poeta.
¿Cómo fue su primer acercamiento a la poesía 'marginal' de Varela?
Varela, más que marginal, era una poeta bastante discreta. No participaba en recitales ni en demás actos públicos. La conocí cuando ingresé a la Universidad de San Marcos, donde tuve como profesores a integrantes de su generación como Carlos Germán Belli, quien estuvo muy cerca del cuarteto que integraron Blanca, Sebastián Salazar Bondy, Jorge Eduardo Eielson y Javier Sologuren.
¿Qué le impactó de su poesía?
Su austeridad... su austeridad de palabras. Varela pertenece a los poetas 'hipoverbales', que se caracterizan por su poesía contenida, severa, precisa y sabia; también es crítica, sin dejar de ser tierna. Blanca, además, nos acogió con cariño a las poetas de los 80.
¿Tenemos una tradición hipoverbal en nuestra poesía o Varela es única?
La distinción entre hiperverbal e hipoverbal no es tajante. Hay poetas que oscilan y transitan ambos territorios. Por ejemplo, César Moro, en su etapa surrealista, estuvo más cercano a este fluir de las palabras, a este encabalgamiento de los versos. Pero, cuando rompe con el surrealismo, su poesía se hace contenida, de muy pocas palabras. Lo mismo podemos decir del Martín Adán de La mano desasida. Otro poeta 'contenido' es José Watanabe. Pero no hay que generalizar.
¿Qué le atrae de la voz de Varela?
Me gustan su rigor verbal y su observación crítica de la realidad. Es decir, en sus versos hay un trasfondo ético y filosófico que tiene que ver con el existencialismo. Su mirada es desencantada y crítica pues, así como no es complaciente con la realidad, tampoco lo es con el lenguaje. Por ello, evita las palabras extras. Su visión del mundo se expresa en su lenguaje, que es el de la brevedad.
También es cruel consigo misma.
En ella hay autoironía, una imprecación a la realidad e, incluso, a la divinidad. Es muy atrevida por su influencia existencialista, agnóstica. Vallejo tiene un verso que dice: "Sin embargo, sufro con gran cuidado". Creo que Blanca Varela siente lo mismo. Por eso, ambos son irónicos y autoirónicos.
¿Octavio Paz entendió a Varela?
La entendió en la medida en que podía entenderla un poeta de su época. Me parece impresionante que haya intuido la fuerza de la voz de Varela, que es una mirada traducida en lenguaje, una mirada definida, clara, inteligente.
Es una ética.
Correcto. Es una ética que se convierte en estética. Es una poesía que 'piensa la vida', como dice Blanca en un poema. Paz intuyó el valor de su poesía y, por eso, la conminó a publicar Ese puerto existe, aunque le faltó perspectiva para entender el 'yo' de la poeta, pero no su poesía.
La voz de Varela es particular, pero ¿ha podido rastrear sus influencias?
Yo veo en ella una visión de la vida muy ligada al existencialismo. Recordemos que frecuentó a Sartre y a Simone de Beauvoir. También veo una gran influencia de Camus, que es radical. Este, en El mito de Sísifo, dice que la primera pregunta que debe hacerse el hombre es si vale la pena vivir... y, si no, el suicidio. La poesía de Blanca está en el límite de la existencia y de la no existencia, una existencia despojada del yo, donde está el hombre abandonado y, sin embargo, se siente orgulloso. Por otro lado, Luis Rebaza y Rosella di Paolo señalan que su poesía es absolutamente visual. Entre sus influencias plásticas podemos citar a artistas como Rubens, Goya, Van Gogh, Francis Bacon y, claro, los surrealistas.