Iván Thays
“Mi novela es la antítesis de La hora azul, de Alonso Cueto” “Mi novela es la antítesis de La hora azul, de Alonso Cueto”

Por Gonzalo Pajares Cruzado
Fuente: Peru21, Lima 21/01/09
http://peru21.pe/impresa/noticia/mi-novela-antitesis-hora-azul-alonso-cueto/2009-01-21/236359

Con Un lugar llamado Oreja de perro (Anagrama), Iván Thays regresa, después de ocho años, al mundo de la ficción. La historia, con la que fue finalista del Premio Herralde 2008, transcurre en un pueblito ayacuchano arrasado por la violencia política, donde el protagonista, un periodista que ha perdido a su hijo y ha sido abandonado por su esposa, recompone su mundo gracias a Jazmín, una misteriosa mujer embarazada que ha sido víctima de esta violencia.

En su novela hay una frase que dice que lo opuesto a la memoria es la ficción. ¿La ficción como escape?
Al contrario. La ficción es lo que trae, a través de la memoria, a la realidad. Por eso, muchas veces se escribe para recordar el dolor, para expiar a través del recuerdo.

Para usted, la escritura de la novela ha sido una especie de terapia.
Sí, pero transfigurada en ficción. El tema de mi novela, más que el dolor, es la pérdida. Tratar de superarla y entender que no todo es para uno, que debemos acostumbrarnos a perder muchas cosas –la cotidianidad con nuestros hijos, con nuestra esposa, por ejemplo–, forman parte de la novela.

El protagonista quiere escribir una carta a su esposa; no lo logra, pero sí nos da un testimonio de su drama interior. Este testimonio termina siendo más 'veraz’ que la frustrada carta.
Lo que siempre tuve claro con este personaje es que, si pasaba una temporada en el infierno, tenía que aprender algo. ¿Qué puede aprender alguien que ha perdido todo: su mujer, su hijo, y que vive en un mundo que no comprende, pues está aislado hasta de su propia realidad? Aprendió que no todas las cosas son para uno y que, al no serlas, tampoco se pierden.

También hay una especie de resignación. Mónica, la esposa que lo abandona, nunca terminó de ser suya.
Vamos a hablar de mi novela como si no la hubiera escrito yo. El problema de Mónica es bien interesante porque ella siente, cuando muere su hijo, que ha vuelto a perder a su padre. Ella identificó a su padre –que era alguien que no podía perder– con Pablo, su hijo. Cuando su hijo muere, siente que debe reconstruirse a sí misma y dejar su vida anterior.

En la novela todos sufren.
Sí, porque todo está focalizado en un narrador que sufre, y para quien todos son fantasmas espectrales del horror. Sin embargo, si la narradora fuese Jazmín –quien para mí es una sabia–, todo sería distinto. Mientras que el protagonista está ciego y es un autista –eso, un autista–, ella conoce los mensajes.

¿Qué representa Jazmín?
Ella está allí para entrar en el mundo del narrador, enseñarle algo y desaparecer. Ella lo ayuda a entender su dolor. ¿Cómo lo hace? De la única manera en que es posible: compartiendo el dolor y sin inmiscuirse en su vida. No es gratuito que ella esté embarazada. Mi imagen era la del Yin-Yang: ella convexa y él cóncavo, él ha perdido un hijo, ella espera uno. Por ello, encajan perfecto, alimentan su dolor, pero saben que no van a quedarse juntos. En ese sentido, Un lugar llamado Oreja de perro termina siendo una 'antihora azul’, porque, en La hora azul, la novela de Alonso Cueto, el personaje va a ese mundo y se queda instalado allí. Aquí, por el contrario, sufren juntos y se separan.

Aunque no es la narradora, uno termina comprendiendo la historia gracias a Jazmín.
Exacto. Jazmín trae al mundo concreto el mundo que, para él, resulta siendo abstracto: el de la violencia, el del dolor, el de las bombas. Universo que él desconoce. Lo mismo sucede con Jazmín: para ella, él representa el mundo occidental, que le es ajeno, y al que accede gracias a este hombre. Ella completa su mundo, lo recompone.

Al final, él aprende a expiar su dolor.
Eso es lo importante en mi novela. Cuando digo que es de aprendizaje, no quiere decir, como han dicho algunos, que esté aprendiendo a escribir (risas), sino porque todo el tiempo este personaje está pasando por pruebas que lo llevan a aprender algo. Hay que tener en cuenta que, para aprender, el otro debe ser diferente; no hay aprendizaje entre iguales. Por eso, la relación del protagonista con Maru (una estudiante de Antropología de la Católica), quien es como él, está condenada al fracaso.

Usted está convencido de que ha escrito una gran novela...
Aunque no creo que sea mi mejor libro, si no estuviera convencido de que es bueno, no lo habría publicado.
 

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