Por Javier Agreda
Fuente: La República, Lima 08/01/05
Junto a la tendencia realista dominante en la narrativa latinoamericana siempre ha habido otra “irrealista”, minoritaria y de carácter casi marginal. La primera se caracteriza por las grandes novelas que describen ampliamente nuestra naturaleza y sociedad; la segunda por cuentos en los que lo libresco y reflexivo conduce a lo fantástico. Dentro de esta última línea, cuyos máximos exponentes son Borges y Juan José Arreola, se encuentra Fábulas y antifábulas (PUC, 2004) de César Silva Santisteban.
Compuesto por textos muy diversos, el libro está dividido en dos secciones. En la primera se reúne el material narrativo, relatos que van desde un par de páginas hasta una novela breve. Casi cada uno de estos cuentos pertenece a un subgénero diferente (fantástico, policial, histórico), pero en todos ellos más importante que el modelo o las anécdotas resulta el juego con los mitos y referentes culturales. En “El exilio”, por ejemplo, se hace un breve y peculiar recuento de la vida de María Magdalena: “cuando adoptó a Jesús ella tenía doce años y él treinta. Ella hilaba en el templo y él decidió, convencido por Juan Bautista, ser el Mesías de su pueblo”.
El mejor logrado de estos relatos es “Los invitados de la Última Cena”, una historia en torno a las circunstancias en que el maestro Bernardo (personaje basado en Da Vinci) pintó “La Última Cena”. Una versión previa de este cuento resultó finalista del Premio Copé 2000, pero esta vez se ha desarrollado hasta convertirse casi en una nouvelle (70 páginas), en la que se describen costumbres y creencias de la época. Pero, más que nada, el autor parece deleitarse con la sonoridad y musicalidad del lenguaje, y la recreación de una retórica particular. Hay, en este y otros cuentos, páginas muy bien logradas en las que además se muestra un acertado manejo de las técnicas narrativas.
La segunda sección lleva como título “A propósito de...” y está constituida por reflexiones libres que nos hacen recordar las Prosas apátridas de Ribeyro, sobre temas sumamente variados, abordados siempre a partir de citas y referentes librescos, pero también con un cierto aliento poético. Con un libro de ensayos y un poemario previamente publicados, CSS se libera de esquemas genéricos para entregarnos las conversaciones entre el deseo y la voluntad, o “La última carta del doctor Jekyll y la respuesta de su amada”; además de disquisiciones sobre “La ética según Savater”, “Los asesinos posmodernos” o “La necrofilia”.
Las mejores páginas de este libro son aquellas en las que la tradición literaria y filosófica es el punto de partida para realizar, con una actitud crítica y racional, serios cuestionamientos a ciertas ideas y convenciones que nos permiten relacionarnos con el mundo real; o aquellos mitos que nos ayudan a sobrellevar el trágico destino humano de soledad y muerte. El amor, por ejemplo, como inútil remedio contra la soledad es uno de los motivos recurrentes tanto de los cuentos de la primera parte como de los ensayos de la segunda. Otros de estos motivos son la fe religiosa, la belleza y la propia racionalidad.
Todavía en proceso de maduración literaria y de creación de su propio universo ficcional, CSS parece estar recorriendo un camino bastante similar al de maestros del cuento latinoamericano que hemos mencionado. Sus intentos de traspasar los marcos genéricos nos recuerdan, salvando las debidas distancias, los relatos-ensayos de Historia universal de la infamia de Borges o las parodias de textos bíblicos de Arreola. Fábulas y antifábulas es un muy buen debut narrativo y nos hace esperar con optimismo las futuras obras de su autor.