Por José Gabriel Chueca
Fuente: Peru21, Lima 07/08/06
"Me fui a Estados Unidos para seguir escribiendo. Aquí estaba sumergido en la noche, el alcohol y las drogas", dice Róger Santivánez, el poeta 'adolescente' de Hora Zero que, luego, fundó Kloaka, movimiento poético de los 80.
¿Por qué ha titulado su antología poética Dolores morales?
Porque son mis dolores.
¿Y sus dolores son morales?
Sí. Mis dolores son éticos, psicológicos, interiores. No tanto por lo que hice sino por lo que me pasó. Aunque soy responsable de mis actos.
¿Esto lo convierte, en sus términos, en generador inmoral de dolor?
No creo. Porque mi propuesta siempre ha sido un testimonio ético de mi existencia. Dolores morales, en fin, porque allí está todo lo que he sufrido y gozado, expresado en poesía.
¿Ha escrito su poesía desde el dolor?
Sí. Pienso que un poeta empieza a escribir desde el dolor y por el dolor.
¿Su poesía infantil era 'dolorosa'?
Claro. Mi primer poema, escrito a los siete años, fue de desconcierto ante el mundo. Descubrí que existía el mundo y que yo estaba en él.
Murió su mundo idílico, provinciano.
Sí. En Piura había sentido angustia, pero no la necesidad de escribirla.
¿Ha escrito desde la felicidad?
También. Cuando he sido feliz con alguna muchacha he escrito poemas de amor. Eso sí, siempre se me filtra el dolor porque soy consciente de la muerte. La celebración de la vida la relaciono con el amor, pero esta celebración tiene pronto un ocaso, porque mi conciencia de morir es inmensa.
¿Por qué hacer una antología?
Las ediciones de mis libros siempre fueron restringidas y están agotadas. Quise reunir mis textos sobre todo para que los jóvenes tengan acceso a ellos.
¿Y el fin poético?
Tener una visión retrospectiva para tomar nuevos caminos expresivos.
¿Cuál fue su camino?
Como los poetas de mi generación, empecé haciendo poesía 'conversacional', coloquial o narrativa, modo que prima en la lírica hispanoamericana desde 1954 con Poemas y antipoemas, de Nicanor Parra. Ernesto Cardenal, Enrique Lihn y Antonio Cisneros son algunos de sus faros. Para nosotros fue imposible escaparnos de esta tendencia.
Pero usted siempre fue un rebelde.
Por eso quise extremar el coloquialismo usando el lenguaje lumpen. Después, mi estilo se hizo neobarroco.
¿Por qué se fue a Estados Unidos?
Para seguir escribiendo. Mis últimos años en Lima fueron oscuros y terribles. Lo único que me mantuvo vivo fue la poesía. Esa vida, llena de alcohol y de drogas, me estaba matando.