Por
Fuente: Peru21, Lima 16/05/06
"El origen de este libro creo que se remonta a mi infancia. Desde muy temprano nos piden ser racionales, que usemos el cerebro, pero a la vez a uno le inoculan estos hábitos religiosos que contradicen ese pedido. Por otro lado, la Semana Santa de mi infancia era muy diferente: para un niño, estaba llena de terror. Era obligatorio ver la vida, pasión y muerte de Cristo en matiné, vermú y noche; no se podía oír música ni hablar alto, y decir una lisura era condenarse. Pero conmigo pasaba algo.", explica Jorge Salazar.
¿Algo como qué?
Yo leía mucho las aventuras de Sandokán, del Corsario Negro, de Robin Hood; todos bandidos, pero siempre en busca de la justicia. Entonces, cuando veía la crucifixión de Cristo, siempre me preguntaba -también iba mucho al cine- a qué hora llegaba el sétimo batallón de caballería a salvarlo. Y probablemente en mi mente fabulé que había que salvar a este hombre tan bueno al que hacían sufrir tanto. Entonces, vivía con angustias porque, cada vez que hacía preguntas acerca de lo que me parecía contradictorio, las respuestas eran una especie de 'calla mierda'.
En su libro relata que el trabajo empezó en el Medio Oriente.
En mi primera juventud, me fui a la Madrid franquista, donde trabajé en el diario Informaciones y tuve la suerte de que me mandaran, durante la Guerra de los Seis Días, a Damasco.
¿Es cierto que se encontró esos rollos antiguos en un taxi de Damasco?
Claro que sí. Estaban escritos en varias lenguas antiguas, por lo que pensé que era el olvido de un paleógrafo, y me llevaron a retomar aquellas angustias de niño. Una serie de amigos en Europa me ayudaron a traducir esos rollos, que me hicieron entrar en contacto con historiadores y hacer una serie de investigaciones.
¿Y conserva esos rollos?
No. Se los regalé a mi primera esposa, una alemana que me ayudó muchísimo -a ella está dedicado el libro- y que, como buena alemana, los donó a una biblioteca.
¿De qué hablaban esos rollos?
De una secta cristiana que no conocemos y del florecimiento de una serie de comunidades cristianas en Damasco. Hablaban de Jesús, pero como un mago, y de Claudia Prócula (la esposa de Poncio Pilatos), que es una santa. Sin embargo, no me interesa hablar sobre teología o discutir. Lo que me interesa es que el libro entretenga.
Ha reunido información histórica.
Es totalmente correcta. Eso es lo que me ha tomado años.
En su libro, el padre de Jesús era un soldado griego.
Eso lo sostiene un historiador como Robert Graves. Hay muchas investigaciones realizadas en torno a este tema, solo que se mantienen en cierta clandestinidad. Nosotros somos tan cristianos como cualquier inglés. No creo que las angustias sean exclusivas de un chico de Santa Beatriz, pero por respeto a la religión de mis padres y de mi pueblo, no me interesa discutir eso.
No es gratuito que le digan oportunista, pues El Código Da Vinci ha puesto en agenda temas similares.
Pero lo mío no es eso. Y espero que los lectores vean que lo mío es una reflexión muy seria que empezó en la infancia y que me ha tomado muchísimos años y mucho dinero. Pero yo soy feliz con esto.
Usted hace una descripción de la Alejandría del siglo I formidable.
Estuve ahí, con mi esposa. Y la he reconstruido basado en informaciones recopiladas. Asimismo, reconstruí el ambiente social de Roma. También visité los santos lugares.
También muestra las rivalidades y facciones dentro del pueblo judío y propone otra historia para Judas.
Judas y su padre, de alguna manera, eran el soporte económico de la fraternidad que construye Jesús. Por eso no creo que Judas lo fuera a vender por unas míseras monedas. Y, además, pedirle a Judas que lo señalara era absurdo. Era como pedirle a alguien que señale a Maradona. Jesús había entrado antes a la ciudad, siendo recibido por multitudes. Ahora bien, ¿por qué se suicidó? Yo soy periodista, investigador; entonces, deduzco que se mató por el amor de una mujer que nunca lo quiso a él, pese a que Jesús ya había muerto. Esa explicación a mí me satisface.
Lo suyo es una novela, es fantasía.
Y es mi fantasía. Nada más que eso.
¿Ha satisfecho su curiosidad?
Todo es estudio. Cuando escribí este libro no quería ser 'peruano' en el sentido de improvisar -que podía hacerlo porque es una novela-. Yo quería satisfacer mi propia curiosidad y mi propia angustia. Y creo estar menos angustiado que antes, porque siento que he encontrado a 'mi' Jesús, al que yo no quería que muriera. Y descubro que no ha muerto, que vive en mí. Eso es todo. No me interesa que nadie crea en lo que escribo. El mío es el libro de un niño desesperado. Lo que hice fue seguir lo que dijo el propio Jesús: 'Búscame'.
Autoficha
Nací en los Barrios Altos, en 1940. Buena parte de mi infancia la pasé en Chosica y un poco en Santa Beatriz, con incursiones en La Victoria. Estudié en San Marcos, pasé por Filosofía en París y también por universidades alemanas; terminé estudiando Arte y Periodismo en Madrid. tenía una familia pudiente que me mandó allá. Mi tránsito literario incluye La ópera de los fantasmas, con la que tuve la fortuna de ganar el premio Casa de las Américas; también gané un premio de ensayo en Holanda. Soy un hombre de suerte, un periodista de suerte, creo que soy un escritor de suerte.