Por Ernesto Carlín Gereda
Fuente: El Peruano, Lima 03/10/07
El religioso e historiador Ernesto Rojas acaba de publicar El báculo y la espada, en la que aborda la vida del obispo José Sebastián Goyeneche, cabeza de la iglesia en Arequipa y Lima durante los últimos años del Virreinato y los primeros de la vida independiende.
¿Cómo se da la adaptación de la Iglesia católica a la República?
–Ciertamente muy dolorosa, vivida con angustia, pues se trataba de un cambio de contexto. La iglesia había vivido desde su implantación aquí bajo el ordenamiento colonial. El advenimiento de la República significa una perspectiva nueva y riesgosa. Cuando no hay más remedio que aceptar el nuevo orden, lo que viene son décadas de problemas con el Estado, para continuar con independencia su misión, que es la vida eclesial.
Usted dice se adaptó “cuando no hubo más remedio”. ¿No existieron religiosos que apoyaran la causa independentista?
– Sí, los hubo. Así como también los que apoyaron el mantenimiento del orden colonial. Cuando uso esa frase, quiero decir que la Iglesia es y tiene que ser profundamente realista. Ella tiene que vivir en el mundo y el mundo cambia. Hay procesos que ella no controla y quizás no le gusta; pero tiene que asumirlos.
¿Involucrarse en política era compatible con el objetivo pastoral?
–En esa época todavía había una posibilidad clara, incluso deseable, de los clérigos en la política. Son tiempos en los que la política no es un terreno ajeno para los curas. De hecho, el siglo XIX está lleno de religiosos que ejercieron cargos políticos. Después no ha sido posible, se ha entendido que no era lo más conveniente.
¿Cómo vivió la Iglesia católica la introducción de otros credos en el siglo XIX?
–En la primera mitad del siglo XIX el escenario no cambia sustancialmente. La presencia de la Iglesia no sólo es hegemónica, sino que tiene una protección legal. Sin embargo, Goyeneche y los clérigos de la época percibían que la presencia de los protestantes iría en aumento. Lo que sienten es preocupación y tratan de que el Estado les mantenga el apoyo para evitar los nuevos credos.