Por Gonzalo Pajares Cruzado
Fuente: Perú21, Lima 30/01/07
En setiembre de 2006, en Chimbote, Oswaldo Reynoso y Leoncio Bueno fueron proclamados presidentes honorarios del novísimo Gremio de Escritores del Perú, asociación que hoy, a las 7 p.m., se 'presenta en sociedad' en el Centro Cultural de España.
A continuación, el autor de Los inocentes nos explica los objetivos de este gremio.
¿A qué escritores reúne el gremio que usted preside?
Para situarnos mejor, deberíamos hablar de la ANEA (Asociación Nacional de Escritores) que, en la década del 50, tenía mucho prestigio.
¿La ANEA era inclusiva?
Sí. Allí estaban Juan Gonzalo Rose, Carlos Eduardo Zavaleta, Alberto Escobar y otros escritores mayores. Era una institución muy respetable a la que acudían actores, pintores, escultores y otra gente vinculada al arte. Era un epicentro cultural por sus acólitos y por sus actividades. Lamentablemente, fue decayendo, como todo en el Perú.
¿Por qué decayó?
La gente se fue alejando, se le quitó la casa donde funcionaba. Además, los escritores de nota se fueron y quedó en manos de un contador (risas).
¿Los escritores necesitan un gremio?
El escritor es una persona que vive en sociedad y que escribe un producto que va a poner en el mercado. Es decir, pone este 'objeto' a disposición de los lectores: quiera o no quiera, entra al sistema de mercado. Sin embargo, en el Perú se cree que un autor no puede vivir de sus libros, que tiene que dedicarse a otra actividad. Hay algunos que piensan que el Estado debería pagarles una subvención a los escritores para que estos escriban.
¿Usted está de acuerdo con esto?
No. En el Perú, con tantos cambios políticos, ya no sería el Estado sino el gobierno de turno quien decidiría estas subvenciones. Esto sería peligroso porque le quitaría libertad de expresión al autor. Por ello, si quieren vivir de lo que escriben, deben crear un mercado de consumidores (lectores). Para eso deben agremiarse y, juntos, defender sus derechos frente a las editoriales, frente a las librerías, pues la mayoría nos estafa. Por otro lado, el Estado utiliza nuestros escritos (cuentos, poemas, fragmentos de novelas o ensayos) en sus textos educativos y no nos paga derechos de autor. Es el primer violador de la ley. Yo le dije a Alejandro Romualdo: "Si cada alumno peruano pagara un centavo cada vez que recitara el Canto coral a Túpac Amaru, tendrías una casa en 'Eisha' (risas)". Claro, exagero: Romualdo nunca se iría allí.
¿La ley no respalda sus derechos?
No. Por ejemplo, antes nos pagaban el 10% por derechos de autor. Ahora, las editoriales extranjeras pagan 7%. Otro problema es que no se respetan los contratos. Yo firmo con una editorial la publicación de un libro por dos años y con un tiraje de dos mil ejemplares. ¿Quién fiscaliza esto? Las editoriales siguen sacando el libro y se escudan diciendo que son parte de su stock. En otros países, vencido el contrato, se llama al autor, se le explica cuántos libros quedan, dónde están distribuidos, se le da prioridad para comprarlos o se firma una adenda al contrato para que la editorial los siga vendiendo hasta agotar su stock. Mire, hay gente que vive de la pluma ajena. Acá es más negocio ser una rémora que un creador. Y no solo esto: se ve al escritor como un ciudadano de segunda, no se le considera un profesional. Hay asociaciones de obreros, de médicos, de abogados, y no de escritores.
¿Su gremio es solo para escritores andinos o está abierto a todos?
Eso de andinos y criollos es una tontería. Ya lo he dicho. Yo mismo no soy andino. Invito a todos a que sean parte de nuestro gremio: a Cueto, a Ampuero, a Gutiérrez. a todos.