Por Tomacini Sinche López
Fuente: Expreso, Lima 21/02/06
Hace unos días la Universidad Ricardo Palma presentó el libro "Narraciones 1", el cual recopila los textos de sus libros "Los Inocentes", "En Octubre no hay Milagros" y "Luzbel", su único poemario, entre otras sorpresas. Un verdadero y esperado homenaje a uno de nuestros escritores más queridos y reconocidos.
-Maestro, ¿cómo fue su infancia?
Mi infancia transcurrió en Arequipa. Pertenezco a una clase media provinciana. Mis padres nacieron en Tacna y a raíz del plebiscito fueron a instalarse a Arequipa. En lo que se refiere a mi familia, esta etapa fue feliz y agradable, pero no en cuanto a mi formación religiosa, que estuvo a punto de malograr toda mi vida. Porque la religión católica es muy represiva y como siempre he dicho: "cuando me di cuenta que Dios quería destruirme, yo me anticipé y lo maté".
-¿Qué lecturas lo cautivaron siendo joven?
En Arequipa tuve la suerte de que la biblioteca del municipio estaba a cargo del poeta César Atahualpa Rodríguez. Él se preocupó siempre de dotar a la biblioteca de buenos libros. Ahí podíamos encontrar las obras de Rimbaud, Verlaine y Baudelaire, entre otros, en magníficas traducciones y buenas ediciones hechas en Argentina. De lo contrario, hubiera sido difícil para un joven como yo ponerme en contacto con esta literatura novedosa.
-¿En su casa se leía mucho?
Claro, mi padre tenía una buena biblioteca, ahí leí a Zola, Balzac, Dostoievski y Turgueniev, entre otros, porque estas obras llegaban gracias al ferrocarril que partía de Mollendo y llegaba a Buenos Aires, por lo que estos libros llegaban primero a Arequipa, antes que a Lima.
-Ud. se inicia haciendo poesía...
Bueno yo siempre he escrito prosa y verso...
-¿Por qué no siguió publicando poesía?
Considero que la poesía puede ser expresada por el verso y la prosa. Lo que me interesa a mí es la poesía en el sentido de la belleza construida mediante la palabra y las imágenes. No sé por qué dejé de publicar poesía. Me dediqué sólo a la prosa.
-¿Qué se siente haber formado parte de la prestigiosa generación del 50?
Llegando a Lima tuve suerte de conocer a varios miembros de la llamada generación del 50. Con ellos establecí una gran amistad, Washington Delgado, Javier Sologuren y Juan Gonzalo Rose, entre otros, me recibieron con mucho afecto y cariño. Lo que más recuerdo de esa época son las noches tumultuosas y cerveceras del Palermo.
-¿Cómo así llega a publicar en EXPRESO?
Había vuelto de Venezuela, dónde estuve trabajando de consultor de lengua y literatura, y mi gran maestro Walter Peñalosa me invitó a escribir en EXPRESO. Hice algunas crónicas que ahora se han recogido en esta compilación.
-Pero escribió poco... ¿por qué dejó de escribir para el diario?
Sucedió una cosa muy curiosa. El editor de ese entonces estaba muy disgustado por mis crónicas, porque consideraba que no era periodismo. Y entonces decía: una cosa eran esas crónicas y otra cosa era el periodismo. Pero como había presión del director, a regañadientes publicaba mis textos. Hasta que un día un periodista tuvo el atrevimiento de darle vuelta a una de mis crónicas, porque, de acuerdo con él, la idea estaba bien, pero había que darle una forma periodística. Hasta ahora no sé qué quería decir con eso. Protesté y dejé de escribir para el diario. Ahora el periodismo ha evolucionado tanto que se aceptan diferentes enfoques, pero parece que en esa época eran demasiado ortodoxos.
-¿Nunca más trabajó en periodismo?
Nunca más.
-En sus libros está muy marcada la degradación humana...
No emplearía el término degradación, simplemente la realidad urbana con todos sus matices. Encuentro en la ciudad mucha belleza. Por ejemplo, todo el mundo habla mal del centro de Lima, a mí me parece uno de los centros más hermosos.
-¿Por qué cree eso?
En esa pobreza y en la exhibición de la prostitución hay que encontrar belleza, porque no podemos negar lo que somos. No podemos andar con una careta. Cuando enseñaba en la Universidad Federico Villarreal caminaba mucho por el centro de día, tarde y noche hasta el amanecer. Lima es una ciudad hermosa. No hay espectáculo más hermoso que salir a las 5 o 6 de la mañana de esas cantinas y toparse con el esplendor de la neblina. Es extraordinario. No existe otra ciudad que nos ofrezca ese panorama.
-¿Qué opina de la frase "Lima la horrible", de Sebastián Salazar Bondy?
Indica un criterio colonial y pasadista. No creo que haya existido esa. Basta con leer las tradiciones de Ricardo Palma para darse cuenta que está demasiado enseñoriada. A mí me gusta la Lima actual, con sus pirañas, sus prostitutas y con su travestis que le dan el aspecto humano.
-¿Cree que ha logrado realizar una obra coherente en conjunto?
Siempre digo que he escrito un solo libro con diferentes títulos, con diferentes personajes y con diferentes situaciones. Me preguntarás cuál es ese libro. Ese libro se fundamenta en dos ejes: mi ideología, porque considero que un escritor debe tener una, así diga que no la tiene, la cual es el fundamento para comprender el mundo; el otro eje es el trabajo artístico del lenguaje.
-¿Qué opinión tiene del momento político que vivimos?
Hay una gran desorientación, un fracaso total de la clase dirigente y de sus instituciones. Ya nadie cree en nada. Estamos entrando en una crisis muy grave.
-¿Cree que hay una solución?
No la hay. Hace tiempo dije que si después de la caída de Fujimori no se emprendía una política verdaderamente profunda contra la corrupción, esta seguiría durante 50 años más. Mire usted, no es problema de las leyes sino de conciencia. Los jóvenes y niños de ahora ven en los medios de comunicación la corrupción y la glorificación del delito. Un maestro como yo qué puede hacer frente a eso. Uno le dice a los alumnos que no hay que mentir ni robar y luego ven que los políticos roban y no les pasa nada. La labor del maestro es nula, ya que los niños crecen con los antivalores de la sociedad.
-Pese a la miseria moral en la que vivimos, ¿cómo califica nuestra literatura?
La literatura en el Perú ahora es de primera. Pero no pienso hacer una crítica detallada.
-¿Que le aconsejaría a un joven que desea ser escritor?
Tres cosas: leer, leer y leer; escribir, escribir y escribir; y vivir hasta las últimas consecuencias intensamente.
-¿Qué siente con la revalorización que se le da a su obra?
Una gran satisfacción. Un peruano de clase media sueña con el techo propio, un escritor que llega a los sesenta años sueña con la obra completa. Es un sueño que se está cumpliendo.
-¿Siente que con su obra ha contribuido en algo a la literatura peruana?
No sé, eso que lo digan otros.