Por Carlos M. Sotomayor
Fuente: Correo, Lima 13/12/07
Si con Marineros y boxeadores, Jerónimo Pimentel aparecía como una nueva promesa a tener en cuenta, con Frágiles trofeos (Album del Universo Bacterial, 2007) demuestra claramente que ya se trata de un poeta consciente de sus propias y múltiples virtudes.
Correo: ¿Por qué la figura del insecto?
Jerónimo Pimentel: Porque es una metáfora improbable de la belleza, por la fortaleza de su vitalidad, porque son insignificantes y a la vez ubicuos. Me permiten tentar otra mirada. Como decía el historiador francés Jules Michelet, es el animal que más ama.
C: En el libro percibo como constante el tema del salir de un lugar e ir hacia otro, no en términos escapistas sino de evolución natural.
JP: Sí, puede que haya un trasfondo darwiniano: la adaptación al entorno es la sobrevivencia. Ese reto puede dejar al poeta contemporáneo en una situación difícil de cara a la sociedad y a las reglas actuales del mercado, pero también me permite fraguar un mundo que sea semejante al “real”: todo cambia, todo fluye, todo proceso pasa por avanzar, y en esa transformación hay una clave, una pista de cómo nos podremos salvar. La sola necesidad de redención es de por sí una fábula. Una fábula que por momentos se apropia de cierta retórica religiosa para dotar de contenido a aquello que nos posibilita continuar: tener fe.
C: Me parece que el tema filial también está presente. Por ejemplo, en el poema “Melmoth, the wanderer”: “Vestí lo único que mi padre legó y fui tras sus pasos buscando palabras filosas y un templo de innovación oculto en mis dedos”.
JP: No es elegante que lo diga yo, pero si te dedicas a la poesía, no hay forma de que no te marque ser hijo de un poeta como mi padre. Es un privilegio, de alguna forma una responsabilidad, pero sobre todo una motivación. En el poemario hay claves de lectura que pasan por ahí.
C: Cuál es tu relación frente a la tradición poética peruana.
JP: De admiración y apropiación. Me quedo con lo que me gusta.
C: En Frágiles trofeos hay referencias a algunos poetas de la generación del 50: el título es un verso de Guevara, hay un poema dedicado a Bendezú. Y me parece que las iniciales B.V. de otra dedicatoria corresponden a Blanca Varela.
JP: Sí, son los referentes más explícitos. Me gustaría pensar que el libro es también un homenaje. Tuve el honor de conocer a varios de ellos y los he leído con atención. Pero tal vez de una manera menos explícita hay otras voces o estéticas que se cuelan y afloran como versos o imágenes. Todo poeta tributa sus lecturas.
C: El poemario viene con una plaquette del poeta y biólogo Armando Chang. ¿Heterónimo tuyo?
JP: Debido a esta confusión, ha amenazado con denunciarme por suplantación más de una vez. Me dice que cuando acabe su tesis sobre literatura y evolución –un tema que Volpi ha tratado últimamente con fines divulgativos, no sé si es una moda–, se tomará el trabajo de cuantificar en qué medida he dañado su reputación. Le he contestado que lo único que podría mellar su buen nombre son sus poemas.