José Miguel Oviedo
"Vargas Llosa quiere que discrepemos con él"

Por
Fuente: Peru21, Lima 27/06/07
http://www.peru21.com/P21Impreso/Html/2007-06-27/ImP2Cultura0745776.html

José Miguel Oviedo es, quizás, el más grande especialista en la obra de Mario Vargas Llosa. Producto de esta labor crítica, publica Dossier Vargas Llosa, volumen donde recoge sus impresiones sobre el autor de El pez en el agua.

¿Las últimas novelas de Vargas Llosa están más cerca del ensayo?
Diría que del ensayo aprovechan su lenguaje y su elemento cuestionador. Hasta Conversación en La Catedral, sus textos eran hiperactivos, hipertensos, frenéticos. Poco a poco, aparecieron la reflexión y el autocuestionamiento.

¿Ahora es mejor ensayista?
No lo sé. Sí sé que su obra ensayística es cada vez más importante. Diría que son funciones complementarias.

¿No cree que sus últimas novelas, con la excepción de La fiesta del Chivo, son menores?
A escritores como Mario siempre se les exige la excelencia. Lo que para otros sería una buena novela, en su caso no lo parece tanto. Sucede que ha ido evolucionando y pasando por diferentes etapas, y tratando de reflejar distintas experiencias del mundo tal y como las ha vivido. Lo que parece defecto puede ser visto como una virtud. ¿Sabe por qué? Vargas Llosa ha tratado de cambiar, de explorar, de experimentar, de no quedarse en un molde fijo. Claro, no siempre estos experimentos han funcionado. ¿Qué es mejor? ¿Un escritor de éxito que se repite o uno que explora?

¿No será que canibalizó tanto su vida que se quedó sin esas historias 'totales' que tanto lo obsesionaban?
La canibalización a la que usted se refiere es ahora mayor. Mario ha enriquecido sus novelas con su experiencia humana, de cronista de la actualidad mundial. Hoy, su visión de la novela total resulta menos decisiva. Por eso, ha producido historias que implican una regresión a formatos que había abandonado. Desde La ciudad y los perros hasta Conversación en La Catedral, sus novelas muestran un crecimiento material, estructural y estilístico. Su ambición aumentó en orden geométrico, descomunal, excepcional. Luego, vino un momento de repliegue, donde experimenta con el lenguaje ensayístico.

¿No cree que Vargas Llosa hace mejores novelas de las historias que tocan sus fibras íntimas, sus demonios?
Mario escribe siempre a partir de la conmoción, sea esta privada o pública. Por ejemplo, La fiesta del Chivo o La guerra del fin del mundo no tienen que ver con la realidad peruana. Al escribirlas, rompió una de sus primeras convicciones: solo escribir de aquello que correspondiese a su existencia personal.

Vargas Llosa ha cambiado mucho, en lo político y en lo literario. ¿Los lectores debemos agradecer esos cambios?
Son contradicciones donde uno nota una evolución necesaria. Él mismo ha dejado notar esto al reunir sus artículos y ensayos en libros como Contra viento y marea. Mario no se esconde, quiere que notemos sus cambios, que ha transitado de un polo a otro. Mario escribe para que discrepemos con él.

¿Cómo podemos confiar en quien ha cambiado tanto? No creer en el cambio significa aceptar que es posible la existencia de un intelectual cuya verdad es inalterable.
Primero, no creo que suceda; segundo, sería inaceptable. Convertiría a la literatura o al ejercicio intelectual en un evangelio.

 

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