Por Javier Agreda
Fuente: La República, Lima 19/03/05
Los poemas de "Temporal" (Solar Central, 2005) son narrativos, pero no a la manera de los grupos de poetas urbanos (desde Hora Zero hasta Neón), y su fuerza está basada más que nada en imágenes que de alguna manera remiten a las de la poesía anglosajona (o de los peruanos Hinostroza y Cisneros), aunque también tienen bastante de la estética de los medios audiovisuales de hoy. En "Desde el cenit", el primer poema, Otero nos muestra, uno por uno, a tres ancianos limeños que suben a las azoteas de sus casas (que en Lima son usadas como depósitos de cosas viejas) y comienzan a manipular los restos de los que alguna vez fueron sus objetos más preciados: una bicicleta, una pandereta y un juguete.
La narración dominante se combina con algunos versos de calculado lirismo y el resultado es bastante parecido a una performance artística o a un video-clip. El tema del poema y del libro es obviamente el del paso del tiempo, el deterioro de todo lo humano. A los 32 años de edad Otero (el "yo" de sus poemas) siente, como Dante al inicio de la "Divina comedia", que ha llegado a la mitad del camino de la vida, al punto más alto (el cenit) y que a partir de ahora solo habrá pérdidas físicas, materiales y afectivas. Por eso las secciones y los poemas llevan títulos como "Empieza la cuenta regresiva", "Viaje y aterrizaje (una fiesta de despedida)", "Contra la detención del tiempo", etc.
Como parte de las aproximaciones al tema del tiempo, aparecen las historias de algunos ancestros del poeta (el padre, el bisabuelo asesinado exactamente a los 32 años de edad) y también de la breve convivencia con la mujer amada, en la sección "Quinta en San Antonio (Roman à clef)". Pero más expresivas que las historias son las imágenes que las acompañan, el recurso poético que mejor maneja Otero: "un remordimiento es una lluvia/un caballo de agua inunda nuestra casa/ y brota de los techos, los cajones...".
La crítica ha señalado que existen dos grandes tendencias dentro de la poesía peruana joven más reciente: una (narrativa, coloquial y urbana) que pone énfasis en el contexto social, y otra más enfocada en lo libresco y cultural. Desde su primer poemario, "Cinema fulgor" (1998), Otero toma elementos de ambas para aproximarse a otra línea más clásica y tradicional, aquella en que lo más importante es la subjetividad del yo poético, sus reflexiones y emociones al enfrentar problemas como la muerte, el paso del tiempo, el amor. Una opción arriesgada, pues no es fácil abordar poéticamente temas sobre los que ya han escrito Petrarca, Quevedo o Shakespeare.
En "Temporal" Otero vuelve a caer en algunos de los vicios de su libro inicial, como lo demasiado explícito de su discurso. Ya hemos visto el uso recurrente de ancianos para "simbolizar" el deterioro humano; a eso hay que sumar las numerosas veces que el poeta nos explica (desde el título) que el tema del poema es el paso del tiempo, o las irrupciones de ese personaje al que llama "hombre del tiempo". También ciertos excesos de efectismo retórico ("mi excesivo dramatismo", en palabras del autor) o de guiños culturosos (literarios, musicales, fílmicos), que en conjunto hacen que varios poemas se aproximen demasiado al kitsch.
En una reciente entrevista publicada en este diario, Otero se quejaba ante Pedro Escribano porque la crítica en el Perú "es muy formalista. Está mirando cómo se escriben los versos y no lo que dicen estos versos". Leyendo este poemario podemos explicarnos esas prioridades críticas. "Temporal" es un libro de interés no por su contenido (lo que nos dice acerca del paso del tiempo se reduce a unos cuantos lugares comunes) sino por la calidad y belleza de algunas de sus imágenes, o la acertada forma en que éstas se insertan en el discurso narrativo. Logros formales que hacen de Otero un poeta del que se puede esperar bastante en el futuro.