Lorenzo Osores
Humor sin pudor Humor sin pudor

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Fuente: El Dominical, Suplemento de El Comercio, Lima 26/08/07
http://www.elcomercio.com.pe/edicionimpresa/Html/2007-08-19/imecdominical0775214.html

Lorenzo Osores, viejo conocido de las mejores publicaciones humorísticas peruanas de los últimos, digamos, 25 años, es un provocador nato. (Sus dulces crueldades gráficas y verbales se han lucido en revistas como Monos y monadas, El Idiota, y, más recientemente, El Salvaje Ilustrado, de la que es también director).

Y lo mejor es que la artillería -nunca pesada- de su talento no dispara en una sola dirección. Osores se mueve como pez en el agua en terrenos tan diversos como la pintura -sus acuarelas de gordas desmañadas y calientes son francamente notables-, el humor gráfico y la escritura.

Ahora, con La sonrisa de la musaraña, nos ha tocado disfrutar a plenitud de sus palabras, y con ellas, de sus entrañables obsesiones con el placer y la risa. Como la vocación de su propio autor, La sonrisa de la musaraña es un libro difícil de clasificar.

No se trata de un conjunto de relatos breves, tampoco de esos desconfiables artefactos verbales que algunos distraídos suelen llamar "prosas poéticas"; tampoco son ensayos, ni mucho menos artículos periodísticos.

Estos textos, como el espíritu que los conduce, son pequeños focos de insurgencia que se rebelan incluso ante la más discreta taxonomía. Sus peores enemigos, eso sí, son fáciles de identificar: la cucufatería, la intolerancia, la solemnidad, la falta de sentido del humor.

Agentes del mal en estado puro que, como sabemos, campean por nuestra sociedad como Pedro por su casa. La insurgencia de La sonrisa de la musaraña, sin embargo, no es -no podía ser, y eso quizá sea lo mejor del libro- un proyecto que se tome en serio a sí mismo.

Osores sabe ser rebelde y reírse al mismo tiempo, y eso es inusual, y se agradece, a pesar de que a veces no queden en pie ni los árboles con los que se hicieron las páginas del propio libro. Dividido en cinco capítulos, La sonrisa de la musaraña abre con "Dulces arpías", una sección que rinde culto, con fe inquebrantable y disciplinada, a las mujeres lujuriosas y bellas que pueblan la realidad y la fantasía.

Destaca también "Pluma de ganso y una que otra langosta", en donde Osores se ríe de los escritores sin calle, de las envidias propias y ajenas, y de los pequeños poderes y las mezquindades de la inteligentzia cultural limeña.

Pero acaso la sección más divertida del libro quizá sea "De sandios y paparulos", que consta de una serie de realmente hilarantes reflexiones, citas y anécdotas sobre el verdadero tema que une y hermana a la especie humana: la idiotez. Solo que Osores decide enfocar con mayor agudeza y centrarse en los desternillantes -y sorprendentemente frecuentes- vínculos entre inteligencia y estupidez.

Es ahí donde ese humor burlón, a ratos absurdo, culto pero siempre en abierta cruzada contra el refinamiento y el disfuerzo, da sus mejores frutos. Parodiando los tics y la pompa de la academia, se atreve a decir: "Según el ilustre liberal Stuart Mill, la estupidez es un estado de gracia que solo se alcanza con la devoción, sea por los libros sagrados o por la economía de mercado".

La sonrisa de la musaraña es un libro escrito con un estilo sensual; exuberante por momentos, por momentos sutil.

Y nos deja una lección: la rebeldía no es solo cosa de santos o de soñadores: también de gente que sabe pasarla bien.



Lorenzo Osores, La sonrisa de la musaraña.
Editorial PEISA.

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