Por Carlos Germán Belli
Fuente: Identidades Nº 93, Lima 19/09/05
La revaloración del puneño Carlos Oquendo de Amat se produce en los albores del boom latinoamericano. Desde entonces, cada vez se conoce con mayor énfasis la obra de un poeta notable y determinante en la literatura latinoamericana.
Era un libro incomprendido inicialmente y hasta se le solía tildar como mero divertimiento literario. Eran los años en que críticos y antólogos, prácticamente en coro, miraban el curioso volumen con cierta renuencia y sólo destacaban sus aspectos estilísticos menores. Además, la biografía de su autor estaba sumida en el misterio, porque su vida se extinguió de improviso tempranamente, sin que se supiera ni cómo ni dónde ni cuándo.
Pero, andando el tiempo, por fortuna los hados adversos darán un paso al costado y todo cambiará entonces. Finalmente, en su exacta importancia, he aquí Carlos Oquendo de Amat, he aquí 5 metros de poemas, que fue su único libro. No es ya el escritor de biografía borrosa, y, más aún, de sepultura desconocida; por el contrario, ahora sí se sabe inclusive quiénes fueron sus antepasados más remotos, cómo fue su tránsito por el mundo, y en qué lugar reposan sus huesos. Tampoco la concepción de 5 metros de poemas resulta sin ton ni son, cosa fútil, sino que el libro está ubicado en su verdadera identidad estilística, pues se le aquilata, se le pondera cada vez más.
Es un rescate en regla, y ocurre en las tres últimas décadas del siglo XX, como si el autor y su obra constituyen una piedra de toque para justipreciar la creación poética más novedosa de dicha época. Por un lado, el escritor de voraz vocación, aunque de improviso abjura de ello y opta por ser un fervoroso agitprop –en buen romance, un propagandista político de izquierda– para culminar sus días en el mayor de los misterios; y, por otro, 5 metros de poemas, concentrando en sí las perspectivas más innovadoras de la poesía contemporánea.
Esta valoración pone en evidencia claramente que las corrientes de vanguardia no son asuntos del pasado. En cambio, al parecer siguen gravitando en el gusto de muchos lectores. Porque Oquendo de Amat resulta un fiel exponente de la modernidad, en sí un panvanguardista a carta cabal. Puede colegirse, entonces, que las preferencias se inclinan no por el endecasílabo, la estrofa o el soneto, sino más bien por el verso libérrimo, que renueva el poema e igualmente el libro que lo contiene, justo como lo hizo nuestro poeta.
Ruta de un rescate
En todo hay siempre un punto de partida, y en el caso del florecimiento de Oquendo de Amat, arranca del discurso de Mario Vargas Llosa, al recibir el Premio Rómulo Gallegos en Caracas en 1967. En esa ocasión, el novelista se refiere a Oquendo de Amat, sin mencionarlo, como una figura emblemática que asumió su vocación contra viento y marea. En consecuencia, Vargas Llosa recuerda con el mayor entusiasmo a un joven como él, a quien poco le importaba su salud deteriorada ni el pan de cada día, sino escribir y estructurar su libro como un objeto estético, que pese a los años constituye aún un curiosísimo volumen.
Un lustro después aparece el trabajo capital de Carlos Meneses, enmendándole la plana –digámoslo de este modo– al sino literario de Oquendo de Amat, quien parecía quedarse con una biografía antojadiza y sumida en las tinieblas, y con una obra mal comprendida. No será así, pues producto de una paciente y exhaustiva labor de investigación, Meneses pone los puntos sobre las íes: desmonta la persistente leyenda negra en torno a la existencia del escritor, analiza sus composiciones y, más aún, logra ubicar su tumba en Navacerrada, en las cercanías de Madrid.
Entonces, Oquendo de Amat empieza a andar con paso firme, apareciendo las reediciones dentro y fuera del Perú; igualmente, se le traduce y estudia con ahínco. De este ininterrumpido florecimiento, destaquemos sólo un par de publicaciones. En efecto, al libro de Meneses se une el de José Luis Ayala, titulado Carlos Oquendo de Amat, donde el autor ahonda en las más variadas direcciones en la laberíntica vida del poeta: desde averiguar sus más lejanos antecesores, establecer los viajes que hizo, hasta desbrozar su enmarañado discurrir cotidiano, como si el minucioso biógrafo no quisiera dejar nada en el tintero. La repercusión se refleja en Buenos Aires, cuando la revista Malvario consagra por entero su número inicial al escritor peruano, incluyendo algunos conocidos textos sobre él y varios otros inéditos, así como material gráfico, amén de la reproducción íntegra de 5 metros de poemas.
Helo aquí a Oquendo de Amat en los umbrales del siglo XXI, con su biografía perfectamente esclarecida, lo cual ha ocurrido con muy pocos escritores peruanos. En honor a la verdad, es bastante breve la obra que escribe, aunque en ella supo captar la nueva sensibilidad poética del tiempo en que vivió; y, como quien no quiere la cosa, sin duda dio en el clavo.