Por Dimas Arrieta
Fuente: El Peruano, Lima 01/05/07
Acaban de llegar a Lima, procedentes de París, el poeta nacional Jorge Nájar y su último libro, Ahí donde brota la luz (Bogotá, 2007). Una impecable edición acompañada por cuatro pinturas de la obra de Fernando de Szyszlo.
Un caso excepcional el de Nájar, cuya poesía hace sentir el rumor de una cultura. Ahí encuentra solidez su voz, sobre todo cuando canta o tematiza el mundo amazónico, es pues vida, pasión y mito y respeto a los mayores.
¿Qué significado tiene para ti Ahí donde brota la luz? ¡Un regreso a la poesía, a los lugares que se quiere?
–Nunca me he ido de la poesía. Lo que ocurre es que Formas del delirio (1999) compendiaba 30 años de labor poética. Luego, como la poesía es discreción y silencio, llegaron años de mutismo durante los cuales se fue madurando toda esta búsqueda, ahí es donde nace este reciente libro. Es una apertura de un nuevo ciclo.
En un verso del nuevo libro dices: “No hay retorno para quien sueña solo con llegar”.¿Cuál es ese retorno?, insistimos.
–Se puede regresar a muchos sitios. Generalmente, cuando hablamos del retorno se regresa al espacio, al tiempo, y también a los afectos. Tenemos muchas contradicciones en la idea de llegar. El motor del pensamiento, el motor de la historia apunta siempre a un avance, hacia un lugar.
¿Quieres decir que en este libro recapitulas ausencias?
–La idea de este libro es dar cuenta de un movimiento continuo, poniendo en marcha dos protagonistas, que son al mismo tiempo gemelos y antagónicos, como Caín y Abel, las dos caras del mismo canto. Continuamente dialogan, incluso hay un peregrinaje hacia el fondo.
Entonces, ¿en qué se diferencia este libro, con toda la experiencia previa reunida en Formas del delirio?
–Formas del delirio se fue formando a lo largo de 30 años. Mi primer libro, Malas maneras, estaba habitado por esa música propia de los navegantes que van en barco de Pucallpa a Iquitos y de ahí a Manaos, o viceversa. Esa música de los rondines, de las concertinas está en el fondo de Malas maneras, porque yo no trabajo con temas, sino también con melodías. Continué así en el libro siguiente, Mates burilados, donde la música tiene que ver con las melodías de la música andina.
¿Es decir, la música es la motivación principal para tu poética?
–Exactamente. No creo escribir. Si bien no fijo temas, anhelo cruzar el libro con cierto tipo de música. Por ejemplo, en la última parte de Formas del delirio, hay la presencia de jazz. En cambio, Allí... “suena” a melodías de cierto universo asiático.
Vemos también, en tu último libro, que se acerca a un claro oscuro de la vida, específicamente a la espiritual.
-Hay una reflexión en torno a la muerte y al envejecimiento, es decir, al momento decisivo de nuestra existencia. Pero hay una peregrinación al mismo tiempo al espacio común que cruzan cristianismo, hinduismo y mahometismo. Es el espacio de Allí donde brota la luz, y es la reflexión de un tipo que ya no está joven y que está avanzando para convertirse en una molécula de aire... No sé.
¿Diríamos que es una concienciación poética?
–Creo que la poesía es sobre todo eso. Es una toma de conciencia sobre el modo del ser y el estar muy transitorio, allí donde vivimos.
3 claves sobre Jorge Nájar
1.- Labor. Es uno de los grandes poetas amazónicos. Miembro de movimiento Hora Zero, surgido en la universidad Villarreal.
2.- Distinciones. Primer premio de la Bienal de Poesía del Perú (1984), Premio Copé de Oro y Premio Juan Rulfo de Poesía (2001).
3.- Antologías. Poesía contemporánea de expresión francesa (Unesco, 2002), reeditada en 2003 por la universidad Católica. Formas del delirio (Ediciones San Marcos, 1999).