Sara Joffré
El día mundial del Teatro en el Perú
Por Sara Joffré
Fuente: Lima, marzo 26, 2006
Por Sara Joffré
Fuente: Lima, marzo 26, 2006
Verdaderamente y aunque parezca mentira en este incierto 2006, sí los "teatreros" mucho tenemos que celebrar.
En primer lugar somos de los muy pocos gremios, que imitamos a los bomberos en aquello de trabajar y trabajar sin haber preguntado ni esperado que la recompensa sea la paga, pues sí de la paga depende la comida, de la comida la vida. Pero la vida es también actuar.
Lo más curioso de este gremio de teatro es que físicamente no estamos afiliados con tarjetas, ni trámites burocráticos y eso es lo que ha permitido el crecimiento.
Cada vez que se ha intentado lo contrario ha fracasado.
Somos un movimiento invisible; tal como esas corrientes marinas cuya presencia no se nota pero se deja sentir.
Estamos divididos. ¿Estamos divididos?
Sí.
Las categorías impuestas en la manera de "vivir en el Perú" nos han determinado un Rango (por favor ver en el diccionario Rango hablando en matemáticas). Es ese Rango llamado: los cholitos; los blanquitos; los negritos; los marroncitos. Y dentro de esas clasificaciones otras más profundas y secretas determinadas por El Capital, es decir ese capital del que hablaba el joven Marx.
Pero en el escenario y puestos a decir lo que queremos y entendemos, nos convertimos todos en una misma clase: actuantes.
Podemos ir y venir sin saludarnos; sin reconocernos; sin querer saber "aparentemente" el uno del otro. Pero llegado el momento de apreciar lo que cada uno hace, ha hecho, está pretendiendo hacer, a todos nos interesan todos.
La fortuna, es naturalmente coqueta y esquiva. Sobre todo aquello que se da en denominar "la fortuna crítica" vestida con el ropaje de los medios de comunicación. Pero eso es otra historia y una historia de la que todos nos damos cuenta que tenemos que cambiar.
Sí, nos falta realizar muchas cosas.
Pero existir, en costa, sierra, y selva existimos.
En pequeñas parroquias; en patios; casas de familia; canchones; espacios elegantes y dotados de medios técnicos, dinero, público cautivo; locales precarios donde el actor da cuatro pasos para hacer "su Hamlet" porque si da uno más se estrella contra la pared. Pero que hay teatro en nuestra patria, totalmente hecho por los que lo aman, por los que están atados a él como a un supremo y veleidoso amor, lo hay.
Independiente, de toda politiquería, estado, poderes públicos, y tal vez así, a disgusto de muchos, pero independiente y solitario- en tanto que no entra en ninguna clasificación ni categoría- el teatro peruano es como nadie puede dejar de advertir que es el mar de nuestras variadas costas.