Augusto Higa
Documento de identidad
Por Jerson Pérez López
Fuente: Expreso, 17/05/08
http://www.expreso.com.pe/edicion/index.php?option=com_content&task=view&id;= 25187&Itemid=37
Por Jerson Pérez López
Fuente: Expreso, 17/05/08
http://www.expreso.com.pe/edicion/index.php?option=com_content&task=view&id;= 25187&Itemid=37
El escritor peruano de origen japonés acaba de publicar la interesante novela “La iluminación de Katzuo Nakamatsu” (Editorial San Marcos).
–¿Qué significaría la muerte para Katzuo (el personaje principal de la novela) y qué significaría para la trama?
Lo que busca Katzuo es encontrarse a sí mismo, pero en ese camino sufre delirios de persecución, oye voces, lo cual es propio de la esquizofrenia y, al final, tiene tendencias homosexuales. Todo esto es desencadenado por la muerte, con la que se resuelven sus contradicciones. Para la novela es un pretexto, un artificio, el hilo conductor.
–¿De qué se puede servir Katzuo al acercarse y adentrarse en la miseria, recorriendo una Lima que parece adolecer de esperanza?
Tiene un acercamiento instintivo y su inclinación es muy normal. Forma parte de la esencia de la literatura cierta tendencia hacia la marginalidad, para vivir ese aspecto más débil de la sociedad. Ahora bien, eso forma parte del proceso de búsqueda y de la insatisfacción de Katzuo, que lo traslada físicamente hacia lugares sórdidos de Lima.
–Con los fantasmas, las voces internas y los sueños se intenta dar cuenta de los primeros japoneses que llegaron al Perú, ¿cómo así se le ocurrió incluir este matiz?
Esos tres elementos que mencionas posibilitan que la locura y la muerte se asemejen, y para estimular esa locura es que invento la voz del pasado. En contraste, se percibe una identidad nacional vacilante, presente en Katzuo; y ese es el problema común del descendiente, que lo hace verse como un ser desarraigado que también –como en el caso de la novela– carece de identidad psicológica.
–Hábleme un poco de la indiferencia de los primeros nisei, del choque y el contexto de la llegada de los japoneses al Perú.
Existe una multiplicidad en los japoneses que llegaron al Perú: unos llegaron directo a las ciudades, otros se instalaron en haciendas y algunos en la sierra; pero todos para trabajar. Eran vistos con desprecio y no por eso dejaron de vivir con honor y dignidad, pese a sentir una pérdida de identidad, típica del choque y definida como anomia, en términos sociológicos. Sobre el tema hay una bibliografía dispersa pero con avances; quedaría realizar estudios sobre los japoneses en distintas regiones y su proceso de mestizaje.
–En la novela, Katzuo, que además es profesor universitario de Literatura, quiere parecerse al poeta Martín Adán y se empieza a vestir como él. Esto cuando parece tocar fondo...
Se identificaba con esa personalidad, la del gran poeta Adán, quien llevó una vida en olor de poesía, se alcoholizaba pero tenía un modo consecuente de vivir. Katzuo es ambiguo, vive a la defensiva y así como respeta la tradición de sus ancestros, admira fervorosamente a un poeta muy peruano, como Martín Adán. Parece ser el esbozo de una aceptación nacional peruana, dentro de su locura.
–También tiene otro ícono, Etzuko, aquel hombre petulante, amigo de su padre...
Este hombre jamás quiso perder. Llegó con los primeros japoneses y en el contexto de la Segunda Guerra Mundial le declaró la guerra, en solitario, al Perú. Se iba al puerto del Callao a esperar el anhelado barco que lo regresaría a su patria. Estaba loco pero era bastante orgulloso.
–Para culminar, ¿cuál sería la iluminación de Katzuo Nakamatzu?
Es encontrar la belleza dentro de ese estado de locura. Y finalmente la encuentra y la reconoce quizá en el lugar menos imaginado, esto cuando llega a vivir en El Agustino, que es un distrito emergente donde, de algún modo, logra alejarse de la indiferencia hacia la identidad peruana. Y es que Katzuo es incierto y su vida, en esta etapa que narra la novela, se remite también al control de la respiración, muy distintivo del Budismo Zen.