Por Abelardo Oquendo
Fuente: La República, Lima 25/09/07
Pese a ser oriundo de Chepén y de frecuentar el Perú en su poesía y sus novelas Isaac Goldemberg es percibido más como ajeno que propio entre nosotros. Con el que acaba de publicar en Lima el Fondo Editorial de la Universidad de San Marcos, supera ya la decena de libros de poesía pero no se encontrará fácilmente poemas suyos en las antologías de la creación poética peruana. Tampoco su nombre aflora con rapidez cuando se habla de nuestra narrativa actual. Consecuencias de largos años de residencia en tierra extranjera, de haber hecho en los Estados Unidos su carrera de profesor universitario, de no pertenecer a ninguna de las promociones ni los grupos literarios locales que hubieran podido acogerlo.
Hace un par de años el Fondo Editorial del Congreso publicó una muestra excelente de la obra literaria de Goldemberg en un amplio volumen con este título: La vida son los ríos. Para muchos que solo habían leído su prosa fue un descubrimiento encontrarlo aquí también como poeta. Como un poeta de voz y temática bastante personales dentro del repertorio no por diverso sin cierto aire de familia de la poesía nacional de fines de siglo. Sin embargo, buena parte de su poesía incluida en ese tomo no puede ser sino peruana. Tan peruana como judía.
Pues bien, esta falta de asunción plena de Goldemberg por nuestra comunidad literaria ha encontrado una plausible compensación en la acogida que a su obra le han dispensado un par de instituciones tan importantes como el Congreso de la República y ahora la Universidad de San Marcos, que acaba de dar a la luz un nuevo poemario suyo: Libro de las transformaciones. Eduardo Espino, uruguayo, profesor de poesía contemporánea en universidades mexicanas y norteamericanas, opina que en este libro "la cuestión del poema como espacio irrestricto del silencio reside en hacer al ser hablable, materia prima de otra incapacidad ensimismada: quien pregunta es el mismo que responde. Desde el yo autoral habla con lo sagrado para que diga, sabiendo que las palabras siempre se quedan cortas."
¿Sobre qué es ese diálogo? Róger Santiváñez lo dice con llaneza: "Esta obra gira en torno –fundamentalmente– a los temas de Dios, la identidad, la historia y la poesía". Y su autor "busca superar las fronteras de la geografía política y explayarse en un ámbito plenamente humano y universal." Ambos, Espino y Santiváñez, prologan este libro nuevo de Goldemberg.