Federico García Hurtado
Una novela histórica, erótica y social Una novela histórica, erótica y social

Por César Lévano
Fuente: La Primera, Lima 10/09/07
http://www.laprimeraperu.com/noticia.php?IDnoticia=3878

Federico García, el cineasta de Kuntur Wachana, El caso Huayanay y Laulico, el ladrón de caballos, incursiona por segunda vez en la novela. Su primera obra en este género, El paraíso del diálogo, me entusiasmó como gran literatura e incisiva pasión social. Ahora nos presenta Flor de Fuego, inspirada en la vida, los amores y la lucha de los esclavos negros de la costa peruana en el siglo XIX. Otra vez la prosa de García (Cusco, 1937) aúna el logro artístico y la aventura de la imaginación, sobre el telón de fondo de la historia y la sociedad. Señalé en CARETAS, en mi comentario a su primera novela, que uno de los rasgos novedosos de ésta era la incorporación de lo erótico en el paisaje del neoindigenismo. Era el amor en el fuego de la nieve. La verdad humana del amor. En la presentación del nuevo libro, en la Universidad Ricardo Palma, que lo ha editado, Octavio Santa Cruz lo expresó con intensidad y altura. En el transcurso de una larga conversación que enseguida extractamos Federico García me dijo: “en el pueblo negro no existe esa animadversión entre los negros y los indios que los españoles fomentaron y que ha sido una de las lacras en nuestra historia”. Me alegro de que la nueva creación de Federico rompa con un hábito criticado por Tzvetan Todorov en su reciente libro La literatura en peligro: aquella, explica, ha perdido poco a poco su razón de ser. Fue durante mucho tiempo el mejor instrumento para conocer el mundo y la realidad de la existencia humana. Pero hoy no parece ser más que una simple cuestión de construcción, de sintaxis, y el teatro de la victoria de la forma sobre el fondo. A la luz de ese juicio, cuán reconfortados nos sentimos con nuestros clásicos Ciro Alegría y José María Arguedas. Deploro, eso sí, en el libro de Federico, algunas gaffes en la corrección del texto. Por ejemplo, en el uso del galicismo el boudoir (gabinete, saloncito de las damas), que se convierte en la budoir. Auguramos una segunda edición, limpia de polvo y paja.

–¿Cómo surge esta novela habitada por morenos en ti, que eres cusqueño cien por ciento?
–A partir de un guión que elaboramos para el cine. Trabajamos en San José y San Regis, que en la novela se convierten en San Pedro y San Pablo. Hay muchos elementos de ficción. Vivimos allí cerca de ocho meses. Las haciendas se habían convertido en cooperativas. Estuvimos entonces en estrecho contacto con los afroperuanos que vivían en El Guayabo, particularmente en El Carmen. Durante el trabajo aprendimos mucho y recogimos la tradición oral, que todavía existe. De ahí surgió mi visión de un personaje que podría servirme tanto para una película como para una novela.

–Alguna vez me contaste de un baluarte negro en el corazón de los Andes peruanos. ¿Cómo es esa historia?
–Fuimos hace dos años a Vilcabamba en un viaje de reconocimiento. Estábamos con el arqueólogo Federico Kauffmann Doig y un grupo de viejos cusqueños que nos hemos juntado para ver qué hacemos por nuestra tierra. Nos dimos con una serie de sorpresas: la primera, que es un territorio inmenso, probablemente el último Shangri-la del planeta, casi ocho mil kilómetros cuadrados en un círculo rodeado por los ríos Apurímac y Urubamba. Es una zona prácticamente desierta. No hay población humana, salvo pequeños villorrios de veinte o treinta personas. Pero gran parte de ese territorio tiene todos los pisos ecológicos del planeta, desde las montañas de Urubamba, con seis mil metros de altura, hasta zonas prácticamente al nivel del mar, en el área que colinda con Camisea.

–En Vilcabamba hay muchas riquezas. Después de la caída de los incas, cuyo último refugio fue precisamente Vilcabamba. Los españoles entraron allí a colonizar, pero fundamentalmente a explotar minerales: plata, oro y otros. De allí surgió una actividad minera importante. Pero no tenían braceros. Los indios habían desaparecido de la zona. Entonces tuvieron que llevar de la costa esclavos a los cuales trataban como esclavos. Ellos protagonizaron una sublevación, que estaba al mando de un indígena de la región. Un indio de la etnia pilcosón, hoy desaparecida. Debido a esa sublevación desapareció la población española, porque los rebeldes quemaron haciendas, casas, iglesias, instalaciones mineras. Eliminaron el pueblo que se llamaba San Francisco de la Victoria de Vilcabamba. Los negros cimarrones que habían escapado de las haciendas se convirtieron en indios. Ahora mismo es posible ver allí a sus descendientes, con rasgos de etnia africana, pero que son indios: hablan quechua, visten como indios.

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