Por Javier Agreda
Fuente: La República, Lima 31/12/07
http://www.larepublica.com.pe/content/view/196652/481/
Un interesante libro de cuentos -París personal (2002)- le bastó a Marco García Falcón para ser considerado uno de los más prometedores narradores peruanos de su promoción. Cinco años después nos entrega El cielo de Capri (Revuelta, 2007), su primera novela, un relato de estirpe clásica, que muestra a un autor más asentado en ese universo ficcional que se anunciaba en los cuentos iniciales: el de los escritores solitarios y reflexivos que solo pueden ver la vida a través del filtro de la literatura.
El protagonista de El cielo de Capri es un anciano escritor limeño que rememora un viaje que hizo con su esposa Sofía (por sus 35 años de matrimonio) por diversas ciudades de Europa. Él ya conocía ese continente y recordaba la belleza de algunos lugares como la isla de Capri y su famosa Gruta Azul. En paralelo, el protagonista nos cuenta la historia de su relación con Sofía, desde que se conocieron cuando era profesor universitario y ella una de sus alumnas. Los extraños sucesos que se producen durante el viaje de la pareja (y su trágico final) hacen dudar de la veracidad de lo narrado hasta entonces.
A estas historias se suman muchas otras secundarias, pero la complejidad de la trama se compensa con una prosa clara, sobria y bien trabajada –marca característica del autor– "con metáforas sugerentes y adjetivos precisos", según ha declarado en una entrevista. Esa búsqueda de la precisión y capacidad de sugerencia prima en todos los elementos de la narración, desde las descripciones y diálogos (reducidos casi a su mínima expresión) hasta los elementos simbólicos y la forma de abordar los temas: los desencuentros entre la literatura y la vida, la razón y el deseo, el pasado real y los recuerdos personales.
Con estas opciones, García Falcón intenta inscribir su narración dentro de la gran tradición de relatos clásicos –novelas breves o cuentos largos– a la que pertenecen Silvio en el Rosedal de Julio Ramón Ribeyro o Muerte en Venecia de Thomas Mann, obras con las que tiene no pocos puntos de contacto. Y lo logra, pues El cielo de Capri es una buena novela, que se lee con facilidad e interés, y que además acepta diversas interpretaciones. El único reparo que le hacemos es que en algunas páginas la búsqueda de lo estético llega demasiado cerca del kitsch: los gondoleros que cantan incesantemente "una melancólica aria italiana" o el aviador nazi que escribe en el cielo un mensaje en idioma hebreo, para citar dos ejemplos.