Marco García Falcón
Literatura viajera Literatura viajera

Por Ernesto Carlín Gereda
Fuente: El Peruano, Lima 05/02/08

En 2002, Marco García Falcón publicó Paris Personal, su primer libro de cuentos que recibió buenas críticas. Después de cinco años de espera, ahora entrega El cielo de Capri, una novela corta en la que vuelve a tener a la idealización del Viejo Continente como motivo.

El tema de los viajes de sudamericanos a Europa –presente en sus dos libros– lo interpreté como un peregrinaje de salvajes a la civilización. ¿Es así?
–En un viaje parecido que yo hice hubo ese deslumbramiento por el otro mundo, que de alguna manera te permite entender hasta qué punto eres peruano. Vargas Llosa es peruano, un cobrador de combi es peruano. ¿Pero qué los unifica? Eso lo puedes ver desde afuera. En situaciones como ésta, de viajes de latinos a Europa, te das cuenta hasta qué punto vienes de un medio subdesarrollado. Ese deslumbramiento no viene sólo por lo nuevo sino ante el descubrimiento de uno mismo.

En El cielo de Capri, entre otras reflexiones literarias, se reprocha a los escritores jóvenes de obras bien acabadas, pero sin alma. ¿Compartes esa crítica?
– Hay varias cosas. Recuerdo que, dos años después de publicar mi primer libro, Ricardo Sumalavia me dijo: “Marco, tienes que publicar porque se van a olvidar de ti”. Me entró la duda, pues tenía algo para publicar, pero no sentía que estuviera bien. A la vez, veía a promesas de escritores que publicaban sus segundos libros que no eran tan buenos como los primeros, que aprovecharon la buena aceptación de su debut. Yo dije que no, que lo importante es publicar algo que tenga valor para mí y para los demás y que esté dentro de un proyecto. Hay que decir las cosas con honestidad. La literatura no debe ser sólo un constructor retórico, tienes que poner algo de ti.

¿El mundo editorial se maneja más por el lado de la promoción que del arte?
– Sí, la verdad es esa. Por un lado, las editoriales grandes no publican a alguien desconocido así tenga un libro muy bueno y, por otro, se promocionan hasta la saciedad textos que están hechos para vender pero que no tienen valor artístico. Por suerte tenemos a las editoriales independientes para compensar eso.

¿Las escenas con el grupo de poetas las tomó de su experiencia personal?
– Teníamos un grupo que se llamaba “El club de la agonía”. Estaba formado por Bruno Mendizábal, que aparece en la novela como Laester, Raúl Burneo, que es el personaje de Enrique, y otros como Arturo Higa, Carlos Solano, Mariano Ramírez. Alexis Iparraguirre codiciaba pertenecer a ese grupo, y algunos sugieren que se disolvió ante su inminente ingreso. También pertenecieron Josemari Recalde y Miguel Kudaka.

Como ganador de varios concursos, ¿cree que son importantes para la literatura?
- Son un aliciente, a veces económico, pero sobre todo para darte cuenta de que lo que escribes tiene algún valor. Lo que yo sí no considero válido es escribir para ganar concursos. Me parece bastante triste. El que no lo logra, se va a sentir mal y se va a deprimir. Tu vocación no puede estar determinada por un concurso.
 

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