Por Carlos M. Sotomayor
Fuente: Correo, Lima 28/08/05
Antonio Gálvez Ronceros recuerda sus inicios narrativos a partir de la reedición de su ópera prima Los ermitaños.
Afincado en el género del cuento, Gálvez Ronceros ha tratado de reflejar la creatividad verbal de aquellos personajes humildes que pueblan sus historias. Su primer libro, Los ermitaños, acaba de ser reeditado por el Instituto Nacional de Cultura como parte del homenaje a la Generación del 50, de la cual es partícipe.
Correo: ¿Su vocación narrativa nace a partir de un curso que Abelardo Oquendo dicta en La Cantuta?
Antonio Gálvez Ronceros: Lo que pasa es que, en aquella época, en San Marcos empezó una huelga que no tenía visos de que podía terminar con cierta prontitud. Y entiendo que esas circunstancias hicieron que ese semestre Abelardo Oquendo enseñe castellano. Sólo enseñó ese semestre. El, como otros profesores, dictaba el curso en base a actividades de lenguaje: redacción, expresión oral y lectura. Yo tenía ya inquietudes en la narración, inquietud que me nace en La Cantuta. Y yo diría que me nacieron por las características del curso de Lenguaje.
C: Fue precisamente Oquendo quien le publica por primera vez un cuento...
AG: Yo no sabía que Abelardo Oquendo trabajaba en el suplemento del diario El Comercio. Suplemento que, por lo demás, publicaba todos los domingos un cuento. Aparte de las obligaciones que tenía todo profesor en La Cantuta de dictar clases, se tenía, además, que atender algunas consultas de los alumnos en un horario muy específico. Yo aprovechaba para ir a su oficina y hacerle algunas consultas. Y en una de esas visitas le pedí que leyera un cuento mío. Lo leyó y me dijo "se lo vamos a publicar".
C: Siendo usted un estudiante, aquello debió haberlo motivado...
AG: Claro, pero cómo estaría yo tan fuera del juego acerca de todo eso que mi reacción fue preguntarle cuánto cobraban por publicar. Y me respondió que nada, que más bien me iban a pagar.
C: No es frecuente que un primer libro sea reeditado, y en el caso de Los ermitaños ésta es la tercera edición. ¿Cómo ve a la distancia su ópera prima?
AG: De este libro yo tengo una visión personal y otra visión de la apreciación de otras personas. Respecto de la primera, yo me esmeré por hacer un trabajo de acuerdo con lo que yo consideraba que podía ser digno. Es decir, siempre fui consciente de que este primer trabajo no podía ser desechado, y que se podía insertar dentro de una imagen de modernidad. Y, bueno, la opinión que sobre este libro se tiene, sobre todo a la vuelta de 40 años, no hace más que afianzar la idea que siempre he tenido: que se trataba de un libro que se insertaba dentro de la narrativa contemporánea.
C: Repasando su bibliografía, se advierten los largos intervalos que separan la publicación de un libro de otro. ¿A qué se debe esto?
AG: Principalmente porque el tiempo más extenso lo he tenido que dedicar a actividades que pudieran garantizarme mi sobrevivencia. Pero, por otro lado, habría que sumar la idea que tenía de no andar con prisa a la hora de publicar. Nunca me he sentido apurado. Cuanto más tiempo tenga uno para trabajar algo, más posibilidades hay para que ese producto sea mejor.
C: Al leer su obra, en su conjunto, se percibe una predilección por aquellos personajes humildes. ¿Existe una intención por reivindicarlos?
AG: Los personajes humildes siempre me han atraído. Porque no sólo merecen que se les descubra, a través de una ficción, sino también lo que caracteriza sus bienes culturales, esencialmente el lenguaje. Un lenguaje cargado de imaginación. ¿Una suerte de reivindicación? Probablemente.
C: Usted es un conocido cuentista. ¿Nunca le atrajo la novela?
AG: Ultimamente sí. Pero me observo a mí mismo como una persona que se siente mucho más cómoda cuando trata de escribir una historia corta. La imagen de síntesis, propia del cuento, pienso que la puedo construir con mayor comodidad. Para la imagen expansiva de la novela, en la que está presente la actitud analítica, hay que emplear mucho tiempo. Pese a ello, no me considero una persona que no pueda acometer la escritura de una novela.
C: Del grupo Narración, del que fue miembro junto a otros autores como Gutiérrez, Reynoso, Martínez, ¿qué postulados cree vigentes?
AG: El postulado de más peso es el que todo escritor no debe ser ajeno a las vicisitudes del pueblo y su lucha por las causas sociales. Y, por lo menos yo, no lo he perdido de vista. No creo que abordar personajes humildes sea algo anticuado, creo que todo depende de cómo se trate bajo la forma de una narración.
C: ¿Cómo ha tomado esta reedición de su libro, que es parte de un homenaje que el INC les ha conferido a los miembros de la Generación del 50?
AG: El hecho de que hayan reeditado mi primer libro, y que, además, haya recibido un homenaje del Instituto Nacional de Cultura me ha sorprendido. Y me siento muy agradecido.