Por Tomacini Sinche López
Fuente: Expreso, Lima 05/12/06
Nuestro destacado narrador Antonio Gálvez Ronceros recibe sentido homenaje por parte de la Cámara Peruana del Libro en la Municipalidad de Miraflores.
–¿Qué siente al recibir este homenaje por parte de la Cámara Peruana del Libro?
El homenaje me sorprende gratamente, porque nunca pensé ni me imaginé que a la gente se le pudiera ocurrir hacer todo esto por mí. Tengo la impresión de que son excesivamente generosos conmigo. No lo esperaba en absoluto. Uno hace su trabajo sin pensar en estas cosas que están más allá de lo que uno desea, que en mi caso es transmitir lo que me conmueve. Estoy muy emocionado realmente.
–En su juventud nunca pensó en ser escritor, ¿de qué manera se da cuenta de que quiere dedicarse a la narración?
Fue cuando era estudiante de educación en La Cantuta, debido a una nueva modalidad en que me enseñaron el curso de castellano, la cual sólo se proponía mejorar los medios expresivos de los alumnos a través de las prácticas de expresión oral y de redacción. Es en este curso que imaginaba hechos y los desarrollaba; me di cuenta de que podía contar cosas que no habían ocurrido. Así fue que descubrí que me gustaba dedicarme a narrar.
–¿Cuál es la influencia literaria que más lo ha influido?
Aprecio mucho el trabajo del escritor mexicano Juan Rulfo y lo que más me ha significado, como una suerte de guía, como una enseñanza, es la representación del habla popular de los campesinos de México.
–Junto a su gran ironía, uno de los rasgos que más aprecio de su obra es su sutil crítica al racismo, al marginalismo...
Tengo una predilección tremenda por los hombres sencillos y humildes, ya que ellos existían y abundaban en la realidad que viví. Son personajes que, a pesar de la precariedad de su ilustración, tienen una gran imaginación para resolver los problemas de la vida cotidiana y sobre todo los problemas de comunicación que tienen en su vida cotidiana. Entre esos personajes están los negros campesinos, en quienes encuentro una diferencia con el negro que habita en la ciudad. El negro de la ciudad es marginado, pero con una gran dosis de aviso sobre las cosas de la vida; el candor ya lo ha perdido. En cambio, el negro campesino es un negro menos avisado, pero con una mayor imaginación para resolver sus problemas de comunicación.
–Muchos creen que porque se le realiza este homenaje ya no va a volver a publicar. ¿Qué libros viene preparando?
Tengo un libro de cuentos casi concluido que se va a titular “La casa apartada”, en el que ya no retrato a los negros, sino a los mestizos de la campiña. De otro lado, estoy terminando una novela en la que la imagen campesina está ausente, pues retrato una urbe. El título de esta novela es “Perro con poeta en la taberna” y es un diálogo entre un poeta y un perro que habla: ambos rajan sobre el mundillo intelectual y cultural. Ambas se publicarán el próximo año.
–Y en su novela habrá alusiones personales a algún personaje reconocido...
No, pero allá los que se sientan aludidos.