Por José Gabriel Chueca
Fuente: Peru21, Lima 12/05/08
http://www.peru21.com/P21Impreso/html/ImP2EntrevistaIndex.html
Egresado de la Universidad del Pacífico, Ernesto Ferrini tenía una prometedora carrera en el ámbito empresarial. Sin embargo, estando en Milán, apostó por ser escritor. Él es autor de Los crímenes del caso Mariposa, policial de corte ecológico que captura con su sentido del humor.
"Yo estudié Administración en la Universidad del Pacífico. Después, trabajé en un banco cuatro años. Ya para entonces me daba vueltas en la cabeza la idea de escribir. Decidí irme a estudiar una maestría en Milán. Fue un poco para alejarme de Lima y pensar con más claridad lo que quería hacer y darme una oportunidad de escribir", resume Ernesto Ferrini.
¿Consiguió trabajo allá?
Sí. Terminé la maestría y trabajé un par de años en una consultora y en una empresa de Internet. Pero eso no me llenaba. Escribir era lo que me gustaba. Uno tiene que tomar decisiones, aunque signifiquen perder algunas cosas.
Un buen sueldo por ejemplo.
Sí. Yo estaba casado -y sigo estándolo-, mi esposa tenía trabajo. Entonces, fue un riesgo pero no un salto al vacío. Mi esposa es peruana. Ella también fue a Italia a estudiar.
¿Usted ya le había hablado de esto?
Había ventilado la idea varias veces.
¿Ebrio?
Y sobrio también. Es algo que uno dice y que, al comienzo, nadie toma muy en serio y que, después, más bien, empieza a darle miedo a la gente.
¿A usted también?
Hasta ahora me da miedo. Es una decisión que implica un montón de sacrificios de certezas hacia el futuro. Estoy feliz de haberlo hecho y no me arrepiento. Pero cada tanto me pongo nervioso.
¿Cómo nació su vocación literaria?
A mí siempre me gustó leer, desde chico. En el colegio escribía cuentos. Muy malos, obviamente. Poco a poco el tema fue creciendo, hasta que hice un cuento largo. Era malísimo. Pero largo. Después escribí una novela, malísima también, inédita y así se quedará. Pero me di cuenta de que tenía cosas que decir, de que podía contar una historia dentro de una estructura narrativa. Lo otro es que a mí me gusta contar historias. La literatura metaliteraria no me mata, no me atrae.
¿La obra de qué autor le atrae?
El que me ha impactado más en los últimos años es Bolaño. Otro que he descubierto tarde es Cormac McCarthy. Él dice lo mismo, le gustan las historias que hablan sobre la vida y la muerte. Yo leí La carretera y me dejó sin aliento. Los diálogos entre este chico y su padre me hicieron pensar en mi hijo, que tiene dos años. Me pude poner perfectamente en el lugar de este padre que lleva a su hijo por un mundo en el que ya nada existe y al que solo le queda darle algunos consejos para sobrevivir.
Los crímenes del caso Mariposa es su segunda novela. Es un policial con tema ecológico.
Me preocupa el cambio climático. Y también me interesa el tema del terrorismo pero viendo la continuidad, digamos, del subversivo, que empieza en el artista -un pintor, un escritor, un cineasta, al que no le gusta la realidad y crea un mundo alterno, los subversivos pacíficos- y acaba en el terrorista suicida. Cómo se llega de un punto al otro.
Y ahí entra el movimiento ecologista.
Tiene facciones tranquilas y otras radicales, que no llegan a ser terroristas, en la medida en que no tienen por objetivo matar a nadie. Se preocupan por no herir a nadie pero sí vuelan tractores o liberan visones. En Europa hubo un caso muy sonado. Liberaron 20 mil visones de un criadero. También hacen cosas como secuestrar a Ronald McDonald y devolverlo pintado de verde.
En su libro muestra una fuerte veta de humor.
Yo creo en el humor. De hecho, la gente deja de seguir a los ecologistas radicales cuando pierden el sentido del humor. En la novela hay un personaje que habla del terrorismo maoísta que hubo en el Perú. Y dice cosas como que si uno leía mucho, era un capitalisa burgués enemigo del pueblo; si uno follaba mucho, también. Entonces, qué se podía hacer. Yo creo que una de las razones por las que Sendero no prendió en la población es porque no tenía el más mínimo sentido del humor.
Su libro habla mucho del Perú a pesar de estar ambientado en Milán.
Nostalgia provinciana.
Se nota que se documenta.
Creo que es importante documentarse, saber de los temas y lugares de los que uno escribe. Lo que aprendí al colaborar en la revista Etiqueta Negra es que uno debe saber cien para escribir diez.
Autoficha
Nací en Lima, en el 71. Estudié en el colegio Markham. Soy el mayor de cuatro hermanos. Hay pocos artistas en mi familia. Estudié Administración en la Universidad del Pacífico, luego trabajé en un banco durante cuatro años. Laboraba en una consultora y en una empresa de Internet en Milán pero lo dejé, escribir era lo que me gustaba. Me gano la vida como consultor de una empresa que vende polos por Internet. Vivo en Munich. Tengo un hijo de dos años.