Por Giancarlo Stagnaro
Fuente: El Peruano, Lima 14/06/07
Isidoro es un copista del reino visigodo de Toledo (Toletum, en su denominación en latín). Un día de lluvia, en pleno trabajo en su scriptorium, el rostro de una hermosa mujer hace que Isidoro se distraiga y se corte con los duros filos de la pluma de ganso. Con la sangre compone el primer retrato de la mujer que obsesionaría a Isidoro: Bruniquilda, la reina de Austrasia.
Narrada con notable solidez, la novela Bruniquilda (Suma de Letras, 2007), del escritor Nilo Espinoza Haro, se convierte en un recorrido impensable por una de las épocas más oscuras de la era medieval: la época previa a la invasión musulmana de la península Ibérica (ocurrida en el año 711 de nuestra era).
“Yeats dice que existe una gran memoria, un océano en el que venimos navegando. De repente nos detenemos en una isla, y en ella habita un personaje que se posesiona de nosotros”, explica Nilo sobre la génesis de este peculiar libro.
El autor, recordado periodista y también discípulo dilecto del poeta mexicano Juan José Arreola, sostiene que en la novela confluyen todos los géneros. “Nosotros no somos nada sin la antigüedad. Son relatos de ancestros que van confluyendo y creando ese gran texto llamado inconsciente por la psicología y la ciencia. Bruniquilda es el libro que quería leer.”
Un oficio compartido
La evocación de Toledo como una ciudad mágica proviene de los abuelos de Nilo Espinoza, que eran de origen español. Escribir es “una revelación que enceguece. Uno va escribiendo, con dolor y placer, hasta que finalmente se la aparece la Virgen”, nos comenta con una risa franca.
Pero esta experiencia no estaría completa sin la participación cómplice del lector. Una de las ideas que retoma de su gran compañero de ruta, el poeta Pablo Guevara. “La ficción tiene que cohabitar con el lector. Si él percibe ese festín de la imaginación, me daré por satisfecho. Después de todo, no hay nada más real que la ilusión.”
Ante la temática alejada de los tópicos usuales de la narrativa local –ya se sabe: realismo urbano o rural, reflexión sobre los problemas del país, entre otros–, Nilo se hace partidario de la autonomía del escritor al momento de elegir sus temas.
“La patria de un escritor es básicamente el lenguaje, y en ella se encuentra todo, como las cosas que nos remiten a ese océano del que hablaba. El hecho de escribir racionalmente es maravilloso, pero existen obras universales que hablan de aldeas, como ocurre con Dostoievski, con un aliento popular, sin olvidarse del humor.”
Ficción y verdad ocupan el mismo pedestal. Y Nilo la vive a plenitud, libremente, cada día. Bruniquilda es el vivo ejemplo de esta actitud. “La literatura es la mejor invitación para imaginar y soñar”, exclama el escritor, con una risa radiante.
Datos
- Nilo Espinoza Haro estudió literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
- Ha formado parte del taller de reparación de frases, de Juan José Arreola, en México.
- Ha publicado los libros País de papel (1983), Azaroso inventario de las visiones, testimonios y recordatorios de Chinchinchín en la Ciudad de los Reyes (1987), Sonata de los espectros (1991) y Mar de cuentos (1996).