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Fuente: Correo, lima 24/06/07
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Con un título que a simple vista sugiere a una heroína mágica y con una portada que resalta las virtudes físicas de la imagen potencial de esta, apareció hace pocas semanas Bruniquilda, última novela de Nilo Espinoza. Autor tal vez poco sonado para usted, pero cuyo destacado lenguaje y precisión estructural lo revelarán como un narrador de gran calidad ante sus ojos.
Nuestro guía en este recorrido a través los últimos días del imperio de los wiese goten es el copista Isidoro. Hombre de letras apasionado por su labor, al punto de ser un verdadero adicto al trabajo, además de fiel siervo de su señor Suiberto. Veremos cómo, gracias a una serie de palimpsestos, nuestro copista queda turbado con la omnipresencia de Bruniquilda, antigua reina visigótica. Los testimonios hallados de los escribas Luciniano, Heliodoro, Corsicurbo e Idacio difieren en los sucesos de la vida de Bruniquilda y, por tanto, la describen diferente. Para unos es una sufrida reina, bondadosa e inmaculada, un dechado del naciente catolicismo, representante femenina y terrenal de lo mariano. En otros es una lasciva mujer, abyecta, poderosa y criminal, fiel lacaya de sus instintos, hembra inhumana e incestuosa.
Si bien no logramos enterarnos si Bruniquilda proviene del terreno de lo buenamente divino o de lo infernal, la historia se ramifica y se presenta como una posibilidad testimonial más. Es decir, el manuscrito de Isidoro, elaborado a espaldas de su amo, da cuenta de los encuentros entre hombres y mujeres de la clase dirigente bárbara, así como lo hacen los palimpsestos sobre Bruniquilda. Puesto que junto al develamiento y trascripción de los retratos de esta antigua reina el copista inserta su tiempo, los avatares políticos de su amo y el rey, las intrigas que se urden en las casas de los electores y sus propias pasiones, miedos y excesos. Todo ello impregnado de un tono que se nos antoja naíf, y que es, al mismo tiempo, sabiamente dosificado, ya que los lapsos de ingenuidad de Isidoro dan paso al humor y se integran al suspenso. Son muchas las reflexiones que Bruniquilda suscita dentro de su engarzamiento textual: la confluencia de historias, los múltiples puntos de vista y la tarea aparentemente subsidiaria de los escribas, pero cuyo poder trasciende las coyunturas.
Si asumimos aquella premisa del copista Isidoro que nos dice que “El tamaño y los poderes de los hombres dependen del tamaño de sus pertenencias.” (68) y si le aunamos la idea de que las obras son también pertenencias –ciertamente ganadas con una mayor entrega– encontraremos que Espinoza ha mostrado con Bruniquilda alcanzar una considerable talla.
Autor: Nilo Espinoza
Título: Bruniquilda
Editorial: Suma - Santillana