Por Jorge Hurtado
Fuente: Correo - Trujillo, 3/02/07
Domingo de Ramos ha publicado recientemente la antología de poemas Pastor de Perros (Estruendomudo, 2006) para cerrar una etapa y explorar otros universos poéticos, los textos reunidos pertenecen a sus libros Arquitectura del Espanto, Pastor de Perros, Luna Cerrada, Ósmosis (Premio COPE, 1996), Las Cenizas de Altamira, Erótika de Clase (Premio Carlos Oquendo de Amat, 2003) y de su libro inédito Dorada Apocalipsis. Y de paso por Trujillo nos comenta sobre Kloaka, las márgenes, los viajes y su Dorada Apocalipsis… La poesía de Domingo de Ramos (Ica, 1960) resulta una de las más reconocidas dentro de la literatura peruana. Hace unos meses estuvo en el Primer Congreso de Poesía Peruana (1980-2006), organizado por la Universidad Complutense de Madrid y luego en Alemania donde realizó unas conferencias sobre la poesía contemporánea en el Perú. Fundador en los inicios de los 80 del movimiento KLOAKA, que enrostró a la sociedad peruana con explosivos poemas y manifiestos de airada rebeldía. Sentado en un bar de la ciudad, cerca de la Plazuela El Recreo Domingo de Ramos afirma que el panorama poético en el país en los últimos veinticinco años ha cambiado mucho, y que existen diversas corrientes que alimentan el árbol de la poesía peruana. Y acota que la poesía es lo mejor que tiene el Perú.
Correo: ¿El movimiento Kloaka fue significativo en su época?
Domingo de Ramos: Claro. Los grupos subterráneos de rock fueron los que tomaron la bandera en muchos aspectos, y fueron los que finalmente mantuvieron nuestra estética de la violencia y del lenguaje lumpen, anti sistema, anti todo. O anarquistas, finalmente.
¿Y ahora ya no se da esa actitud?
D.R. Ahora hay otro estado de ánimo, otra visión de los jóvenes con un horizonte a mediano plazo. No les interesa propuestas de hace 25 años.
Tu poesía esta ligada a las márgenes ¿aún existen esas márgenes?
D.R. La marginalidad entendida hoy está más ligada a todo el sistema, somos una aldea global. Antes estaba más marcado. Se podía ver, sentir y oler. La migración del campo a la ciudad transformó la ciudad, creó nuevos sujetos y dicciones muy arraigadas al barrio, a un cerro o a un asentamiento humano. Ahora esas formas es muy difícil de encontrar porque todo está muy conectado. Hace 25 años y mucho antes, la marginalidad se veía tal como lo muestra Arguedas en su novela El Zorro de Arriba y el Zorro de Abajo.
Desde tus primeros libros tu trabajo poético se ha nutrido ¿Qué experiencia fue lo que hizo eso?
D.R. El hecho de viajar al extranjero, de ver, comparar hace que cambie. Todo viaje exterior es una experiencia nueva que te alimenta para la creación. Para mí es importante. A mí me gusta viajar porque quedarme es un poco anquilosarme, morir a plazos. En todo caso, eso cambia tu visión y una serie de presupuestos poéticos, ideológicos y estéticos que tenías antes de ese viaje.
¿Viajar a Europa transformó tu poética?
D.R. Mi primer viaje lo hice después de ganar el Premio Copé. En ese viaje la impresión de Europa fue muy fuerte. Lima se me empequeñeció, se hizo una ciudad enana llena de liliputienses. En los cuatro meses de mi viaje se cayeron varios mitos de mis lecturas, del cine y de la poesía, y toda de la cultura occidental. La actitud de los europeos ha caído, hablando con dureza, da asco. Son gente que se está amurallando para que la gente no entre en su territorio, y ellos pueden entrar a todo el mundo. Me dio una mala impresión. Todas esas experiencias cambian tu poética.
¿Aún existe esa vieja discusión sobre ese choque traumático entre la urbe y el ande?
D.R. Sí, existe. Pero ahora nada está solucionado en el Perú, todo se complica. Hay una participación por el hecho de la migración hacia la ciudad que los hijos ya tienen acceso a la información y a la educación, entonces ya hay un cierto criterio en un amplio sector para ver el futuro, las políticas peruanas. Antes no tenían esos conocimientos, eran analfabetos y casi eran inexistentes. Pero hay movimientos muy dinámicos de los marginales.
Pero aún existen los conflictos sociales
D.R. Hay conflictos sociales. El problema es que no se ha logrado que la mentalidad peruana no se haya curado de esto, necesitamos un psicoanálisis gigantesco para subsanar heridas hondas y que sobrevive aun.
¿Crees que somos tres países en uno?
D.R. Somos miles de países. Aquí hay límites imaginarios que traza el poder que conlleva a una actitud patriotera y nacionalista capaz de destruir un pueblo a otro pueblo y haya fratricidio. Esto es también lo que hay que eliminar porque todo esto es una gran nación, todo esto es un gran país. Todos no somos iguales pero por lo menos tenemos algo en común: compartir el territorio. Y que esto es lo más importante. Hay conflictos pero cada etnia, lengua o cultura tenga la capacidad de integrarse y de ser armonioso con sus vecinos.
Tu último libro que publicarás en este año se titula Dorada Apocalipsis ¿sobre qué trata ese nuevo libro?
D.R. Es una gama de poemas donde está un asesino de la ciudad compartiendo con un pistacho el mismo territorio, con una bruja o con un asesino en serie pero en los andes. Todos comparten el mismo territorio y por eso le puse el nombre de Dorada Apocalipsis, porque es un libro conjunto.
En la reciente antología de tu poesía Pastor de perros hay varios poemas inéditos que pertenecen a tu próximo libro Dorada Apocalipsis y uno de ellos se titula Clímaco ¿por que el poema de este asesino?
D.R. Todos los personajes del poema son símbolos de la sociedad peruana. En el poema hablo de un personaje mucho más elevado que tiene sentimientos, “valores” y que procesa el mundo de otra manera, desde su soledad. Este Clímaco es un asesino pero con mayor peso, mayor alma y más elevado. No es el Clímaco real porque en la poesía uno no va a hacer héroe a un asesino, así a secas. En la poesía le da un vuelo, es decir ponerlo más humano e idealizarlo. No es un retrato vivo, es creación.
Y la pregunta final ¿podemos ser felices? ¿O es imposible?
Obviamente. Solo dios y los imbéciles son felices.