Por Carlos M. Sotomayor
Fuente: Correo, Lima 05/04/09
http://www.correoperu.com.pe/correo/nota.php?txtEdi_id=4&txtSecci;_parent= 0&txtSecci_id=82&txtNota_id=28766
Formador de varias generaciones, Luis Jaime Cisneros -una de las mayores referencias de la educación en el Perú- reúne en el libro Aula abierta (Norma, 2009) sus artículos periodísticos publicados en diferentes medios, como Correo, por ejemplo. Su visión humanista invita a la reflexión permanente de nuestra realidad.
Correo: La percepción que se tiene es que los jóvenes no manifiestan preocupaciones por participar de manera activa en los destinos de su comunidad...
Luis Jaime Cisneros: Hay dos cosas que se han ido deteriorando en los jóvenes. Por un lado, la preocupación cívica, la preocupación social. Y por el otro, su mundo interior. Hasta hace unos quince años, los muchachos tenían una manera curiosa de manifestar su inquietud interior. O se dedicaban valientemente a la literatura, a la poesía, o se inscribían en el Hare Krishna. Conocí casos de chicos que se fueron de la universidad para incorporarse al Hare Krishna. Y luego de dos años regresaban a la universidad porque decían haberse encontrado. Había una voz interior que algo les decía y se habían puesto a escucharla. Hoy cada vez es menos frecuente advertir preocupaciones de ese tipo en los jóvenes.
C: La educación actualmente tampoco estimula esa búsqueda interior...
LJC: Yo he estado revisando en los últimos tres años los libros de texto y me llamaba la atención que la palabra espíritu no aparecía. No aparece ni siquiera una alusión a la vida interior. Y me ha llamado la atención sobre todo porque no hace mucho hubo una gran discusión con motivo de un texto de ciencias sociales que publicó con acuerdo del Ministerio de Educación la editorial Norma. Y lo acusaban de pro comunismo. Y ¿de qué lo acusaban?, de que ponía en manos del alumno muchas opiniones, y de que le decían: usted debe decir qué piensa, qué opina. Como si la escuela estuviera organizada para vetar eso. Como si la escuela no enseñara que buscamos la verdad, que no enseñara que la duda es precisamente un principio en marcha hacia el conocimiento. Esto constituye un punto para reflexionar largamente.
C: El término ciudadano ha perdido consistencia, existe una pérdida de su sentido real.
LJC: Lo que define al ciudadano es su preocupación de lo que ocurre en su casa, en su barrio, en su comunidad. Es el individuo que está interesado de querer conocer a la gente de su entorno. Se preocupa por lo que come, por saber cómo se hace eso que come. Es decir, por explicarse la vida que lo rodea. Esa es su esencia.
C: Un problema delicado en el proceso de la educación es la pérdida de jerarquía que ha experimentado la docencia.
LJC: El maestro ha perdido en consideración social. Primero, por una excusa: pagan mal. Segundo, durante mucho tiempo no se ha apreciado suficientemente las carreras técnicas. Yo recuerdo a colegas que me enviaban a sus hijos para ver si los convenzo de que cómo se les ocurre ir al Tecsup en vez de seguir el estudio.
C: ¿Por qué se manifiesta ese prejuicio?
LJC: La gente piensa que la escuela te prepara para la universidad. Lo que es algo descabellado. Porque no todo el mundo tiene cabeza para la universidad, pero puede tener cabeza para otras cosas. Un chico no puede tener cabeza para la reflexión, pero puede ser un Dalí, es decir, un gran pintor. Somos un país textil y no hay una escuela de técnicos textiles, somos un país minero y no hay una escuela técnica. El hijo del colega que fue a Tecsup, ahora está ganando siete mil dólares como asesor de una empresa alemana. Siete mil dólares que nunca ganó su padre ingeniero.
C: ¿Qué opinión le merece la creación de un Museo de la Memoria, museo donde se registrará los años de la violencia política?
LJC: La memoria registra lo que hay que registrar, lo que vale y enseña. El que sabe ver, ve; el que sabe oír, oye; y entonces, aprende.