Por Pedro Escribano
Fuente: La República, Lima 26/10/07
Es como atreverse a quitarle las velas a un santo. Jorge Eduardo Benavides con su reciente novela Un millón de soles (Ed. Alfaguara) propiamente se trae abajo lo que fue la figura y el Gobierno Revolucionario del general Juan Velasco Alvarado.
El escritor recrea, con las licencias de la ficción, los entretelones de la junta militar que conspiró y derrocó al gobierno de Belaúnde Terry en octubre de 1968. Describe que más allá de estar juntos en sesiones de cocaína y alcohol, los militares revolucionarios tenían desconfianza hasta de sus sombras y cada quien veía lo suyo. En medio de ese torbellino –que incluía periodistas e intelectuales sumisos–, Juan Velasco en la soledad del poder.
–Partes de hechos históricos, ¿fue difícil separar lo histórico de la propuesta de la ficción?
–Pues sí. Es una pregunta muy interesante porque no es una novela histórica en el sentido estricto de la palabra, sino que está llena de datos reales, solo que convenientemente disfrazados para que se conviertan en una ficción y que lo que quede sea la esencia de lo que quería contar. Una historia sobre la soledad del poder y sobre la capacidad de mucha gente para volverse camaleones.
Fabular la historia
–¿Resulta peligroso fabular un hecho histórico?
–La literatura tiene que ser riesgosa. Alonso Cueto en la presentación decía que quizá la novela pueda ser la forma de entender lo que ocurrió durante la época de Velasco. Es decir, no tiene pretensión de ser un análisis sociológico exacto ni objetivo, pero la ficción tiene ese poder terrible de seducción y de hacernos de pronto olvidar la realidad y suplantarla por ella.
–Sin los poemas de Homero se sabría poco de la Grecia antigua.
–Esa es la idea. Yo sabía que era un riesgo. Sé que mucha gente va a decir, "pero esto es mentira, Benavides está mintiendo, no pasó así". Pero las novelas lo que hacen es decir "es que no fue así", hay, lo que dice Vargas Llosa, la verdad de las mentiras. Todos los escritores sabemos que es así. Yo lo que quería era ir contra un periodo fascinante de nuestra historia, pero ir al destilado, la esencia de lo que a mí me pareció que era. Y también la parte humana, las bambalinas, lo que le llaman aquí el backstage, de cómo es una dictadura, que en el caso concreto ocurrió aquí.
–Hay quienes rescatan la obra de Velasco.
–Tenemos una sociedad que gusta de los personalismos. O sea, hay mucha gente que te dice pero Velasco tuvo cosas buenas. No sé si un dictador las tiene. Si se parte de la premisa de que es alguien que utiliza la arbitrariedad como filosofía y el fusil como argumento todo está viciado desde ese entonces. Yo en las dictaduras no veo nada bueno.
–En la novela, Velasco aparece como una persona ingenua en medio de intereses personales.
–Esta novela tiene una cita de Shakespeare, dice exactamente lo que tú acabas de decir. La soledad del poder es que alrededor de eso hay un montón de gente buscando su propio interés y eres creo la primera persona que me dice algo que yo quería contar. Es decir, la ingenuidad de Velasco. Es decir, era malo porque era un dictador. Pero había otros peores.
Serviles del poder
–Un general dice "en este país el único producto barato es el intelectual?
–Ustedes –le dijo Velasco a los periodistas que corrieron en tropel a servirle–, ustedes son los mastines de esta revolución, ustedes son los perros guardianes. Y yo creo que los militares tenían muy claro que tenían que servirse de los intelectuales. Dijeron, bueno cuánto nos cuestan. Lo que hizo Montesinos.
–Aquí aparece Montesinos de manera esporádica, ¿es el bosquejo de un personaje para una novela?
–No, ya no, porque yo ya cierro, por lo menos –nunca se sabe, ¿no?, quería cerrar ya la parte política. Ya le he prometido a mi editora, a mi agente y hasta a mi novia que ya no quiero escribir de política, prefiero escribir sobre otros temas.
No quiero más política
–¿Con esta novela acabará tu aliento vargasllosiano?
–Soy tributario de Vargas Llosa, además lo hice con la conciencia de plantearme que yo quería llevar un poco más allá las cosas que había aprendido, porque además yo me dedico a los talleres de literatura. Yo creo que necesito empezar a escribir otras cosas. Con esta novela terminé la trilogía. Ahora quiero escribir totalmente distinto, una historia distinta y con otro lenguaje, que es el reto de los escritores, y es donde uno siempre se prueba pensando qué tanto ha aprendido.
–¿Cómo ves nuestra narrativa desde España?
–Estamos viviendo un periodo particularmente interesante. Porque de pronto nos han prestado atención y muchos buenos escritores han surgido. Santiago Roncagliolo, Daniel Alarcón, que es creo yo el llamado a ser nuestro representante en muchas cosas. Es la consagración y el reconocimiento a otros escritores como Alonso Cueto, Fernando Iwasaki, entre otros.
–¿Y qué escribes ahora?
–Ahora hay una pequeña historia de amor que ocurre en Europa, ocurre en varias ciudades y que tendrá seguramente algún esbozo del terrorismo islámico como fondo. También hay otra novela que sitúo en la época de la Independencia, en el monasterio de Santa Catalina, en Arequipa.
Perfil
El autor. Jorge Eduardo Benavides nació en Arequipa en 1964. Estudió Derecho y Ciencias Políticas en la U. Garcilaso de la Vega. Reside en Madrid.
Obras. Novelas: Los años inútiles (2000), El año que rompí contigo (2003) y Un millón de soles (2007). Cuentos: La noche de Morgana (2005) y Cuentario y otros relatos.