Daniel Alarcón
"La violencia está a flor de piel"

Por Pedro Escribano
Fuente: La República, Lima 16/07/07

"Me gustan las situaciones dramáticas como la de esos escritores que saben complicar la vida de sus personajes".

Toma asiento en el Cordano, ese bar en donde alguna vez Martín Adán y Allen Ginsberg, también sentados, brindaron hasta embriagarse de amistad. Daniel Alarcón no puede estar más cómodo, pues la novela que está escribiendo trata de un viejo poeta al que le ocurren cosas dramáticas, absurdas, incluso después de muerto, en una ciudad "que puede ser Lima".

El joven narrador peruano es toda una novedad en el mundo literario hispano y norteamericano en el gran país del norte. Residente en ese país desde los tres años, habla y escribe en inglés, pero ha recuperado su lengua materna, Alarcón logró publicar en el 2003 un cuento en el exigente The New Yorker y luego, cosecha de su talento, la editorial Harper Collins editó en 2005 su libro de cuentos War by Candlelight, también en versión castellana con el título Guerra en la penumbra.

Este libro, que ha sacudido a lectores hispanos y norteamericanos -Premio PEN/Hemingway por mejor debut del año-, desentraña personajes intensos, dramáticos, de vidas absurdas, surrealistas, pero todos nutridos de realidad cotidiana como sobrevivir en barrios marginales de Lima o de Nueva York o estar dentro de un remolino de violencia política. Este libro aparece en el Perú con el título Guerra a la luz de las velas (Ed. Alfaguara). "Es un título que dice no solo de la guerra social sino también de esas guerras internas que todos tenemos", señala Alarcón.

Corrían los años ochenta y sendero luminoso había hecho que la sangre llegue al río. Los padres de Daniel Alarcón, ambos médicos del Hospital Cayetano Heredia, emigraron a trabajar a Alabama, Estados Unidos. Daniel tenía tres años. Creció hablando y leyendo en inglés y llegó a Columbia University, donde estudió antropología.

"Entonces yo decía que era un norteamericanoincaico", bromea Daniel quien además se sentía "un peruano de nostalgia". Cuando se trasladó a Nueva York, se dio cuenta cuánto le hacía falta el castellano y se propuso recuperar su lengua materna.

Y no solo eso. Ganó una beca en su universidad y con ella se vino a trabajar más de medio año en el asentamiento humano 10 de Octubre en San Juan de Lurigancho (Lima). hecho que le hizo vivir como cualquier peruano de a pie. Por otro lado, empezó a leer en castellano tanto a autores peruanos y latinoamericanos.
 

-Vives en EEUU, pero tus personajes son de realidades peruanas?
-Claro, de chico venía al Perú a visitar a la familia. Llegar el 2001 a San Juan de Lurigancho fue clave para mí como persona y como escritor. Hasta ahora tengo amigos allí. Convivir con los jóvenes, escuchar que me digan cómo es la vida, ver su realidad, fue más que cualquier estudio de universidad. Sin esa experiencia no hubiera podido escribir.

-¿Marcado por el realismo?
-Yo creo que vengo de la tradición literaria de Ribeyro, de respetar las ideas como es, sin romance sin magia, una realidad cruda. Claro, no viví en Lima, pero estar con mis amigos en SJ de Lurigancho me ha inspirado tratar a Lima.

-Has dicho que te gusta Arguedas, ¿también como antropólogo?
-Arguedas es una figura fascinante para mí y su novela El zorro de arriba y el zorro de abajo es un experimento formal, una estructura interesante con una visión globalizada y sobre todo lúcida. Sabes, yo estudié antropología por conveniencia, el departamento académico era tan informal que aproveché para viajar, llevar talleres, pero eso sí, me enseñó a observar, jamás pensé un doctorado en antropología.

-¿Cómo concibes un personaje?
-No los concibo, me los encuentro. Uno tiene la idea, pero en la medida que vas avanzando en páginas, el personaje cambia. Definitivamente la primera visión que tienes de un personaje es parcial, incompleta, necesariamente es así. Es como enamorarse, pues la primera impresión no es que ella sea falsa, sino tienes una visión incompleta.

-¿Te importa mucho las situaciones dramáticas?
-Creo que yo comencé como muchos escritores jóvenes, escribiendo cuentos muy filosóficos, con poca acción, casi todos muy cerebrales, o sea, trama intelectual porque tenía intenciones de ser intelectual, pero también como a muchos me gustaban las novelas policiales, con mucha chispa. Entonces, lo que busco es combinar esas tensiones dramáticas, tipo Dostoievski, añadir algo más ligero, pero nada de thriller. No sé si lo he logrado. Pero sí me gustan las situaciones dramáticas como la de esos escritores que saben complicar la vida de sus personajes.

-Como tu cuento en el que un hombre tuvo que pagar al hospital para rescatar el cadáver de su padre.
-Ese fue un hecho real, es algo que no me hubiese podido imaginar, pero un amigo me llamó "oye gringo, ven, ayúdame, ha sucedido esto". Así nació ese cuento.

Las guerras de adentro

-Tu libro se tradujo como Guerra en la penumbra. ¿Qué insinúa el título?
-Sí, pero para Alfaguara hemos corregido la traducción. Ahora es Guerra a la luz de las velas, que es más literal. Claro, uno piensa que se refiere a la guerra social que hubo en el país, pero en realidad se refiere a una pareja discutiendo sobre su futuro en un apagón de Lima.

-O sea, las guerras de adentro y de afuera?
-Esa es la imagen, y me parecía más simbólica. Si bien hay guerras exteriores, pero a veces las que más nos afectan son las guerras personales. La guerra de una pareja puede ser tan o más violenta y devastadora que una guerra política.

"La gente quiere hablar"

-¿Cómo así, viviendo fuera, abordaste la violencia en tu libro?
-En un momento fui estudioso del tema y, claro, leer un libro no sustituye conocer la realidad del Perú de los 80, que era un polvorín. Pero si tú estudias y vienes y hablas de manera sincera con la gente que vivió la cosa, entonces conoces más. Yo percibí que la gente no solo estaba dispuesta a hablar, sino ansiosa de hacerlo a quien le respete y preste atención. En San Juan de Lurigancho fue así, ellos habían vivido la violencia y solo bastó rasgar apenas la superficie y encontrarte con todo. La violencia estaba a flor de piel. La gente me invitaba a su casa, me hablaba de sus muertos y desaparecidos, creían que era antropólogo forense. A lo que voy, la gente quiere desfogarse de lo que ha visto y vivido.

-Para terminar, hubo una polémica de escritores andinos, criollos. ¿Dónde te ubicas?
-No soy ni uno ni lo otro. Pero es cierto, quizá los andinos no tienen el reconocimiento que merecen, pero eso te lo digo sin haberlos leído, pero tampoco he leído mucho a los criollos. En prima, te puedo decir que hay es problema cultural y distorsiona todos los aspectos de la cultura peruana. Quisiera que no fuera así.
 
Perfil

Nacimiento. En Lima,1977.

Trayectoria. Estudió antropología en Columbia University. Ha colaborado en The New Yorker, Harpers, Virginia Quarterly Review. Publicó War by Candlelight (Guerra en la penumbra). El libro aparece ahora como Guerra a la luz de las velas. Su nuevo libro Lost City Radio se publicará en EEUU, Reino Unido, Holanda, Francia, e Italia en 2007. Actualmente vive en California.

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