Miguel Arribasplata
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Fuente: La Primera, Lima 14/01/11
http://www.diariolaprimeraperu.com/online/cultura/novela-interna_77995.html

Miguel Arribasplata ha publicado “La niña de nuestros ojos” (Arteidea, 2010), una novela sobre la guerra interna del Perú.

Hace una centuria, aproximadamente, Lenin lanzaría una frase incitando a “cuidar el partido” (comunista) como a “la niña de nuestros ojos”.
Aunque a eso se refiera el título, la novela de Miguel Arribasplata no es la visión de un grupo guerrillero que desarrolla su revolución en la sierra peruana y que sigue ese “consejo” leninista, sino que también nos deja “leer la voz” de los otros protagonistas: hablan los guerrilleros, las fuerzas del orden (militares y policías), los ronderos y los habitantes sin partido ni jefes, que no se encuentran en ningún bloque, pero que conforman un bando sin querer al ver que lo mismo son arrasados por uno u otro grupo, cada cual defendiendo un orden ajeno al lugar donde se desarrolla la batalla.

¿Es una denuncia, una reflexión, una crítica esta novela? El autor dice que, antes que ello, es “una descripción de lo que es una guerra y también una observación acerca de los grandes problemas históricos del país, irresueltos todavía, pero, sobre todo, de cómo un grupo se irrogó un protagonismo histórico desligado de una visión más completa de lo que es el Perú”. Eso se puede percibir en unos diálogos de la novela:

“—El Partido solo mata y amenaza y no nos deja vivir a nuestro modo y según nuestras costumbres.

—El Partido solo canta a la revolución, no a la vida ordinaria, común y cotidiana; todo cuanto hacemos nosotros lo hacemos por el bien de ustedes —contestó el guerrillero.

—(…) Por qué no se van a molestar a los ricos. ¿Acaso los pobres van a tener su montonera de difuntos, para que ustedes hagan su socialismo mientras los platudos están más vivos y más ricos que nunca?”.

En ese mundo conflictivo, los seres humanos solo tienen una salida: la necesidad brutal de una lucha de vida o muerte, en medio de una guerra que no pidieron, rebajados por las circunstancias al estado darwiniano de la supervivencia del más fuerte. Así, en un pasaje de la novela puede resumirse el drama de la violencia política, en las voces de los pobladores:

“—Nuestra vida transcurre entre el miedo, el entierro de nuestros parientes, la huida de los más jóvenes, la desaparición de los hijos. Los terrucos nos han cambiado todo —expresó Hildebrando Checya, con rabia concentrada en el brillo de sus ojos.

—Ya juntaremos más comuneros y otras gentes que han sufrido la embestida y el maltrato de milicos, ronderos y guerrilleros —precisó el presidente comunal”.

En la novela, hablan los protagonistas: es uno todos contra todos. ¿Cómo hizo Miguel Arribasplata para poder captar esos diálogos, esa voz en primera persona? “Me he preparado para esto durante años. Me he documentado, he leído los 9 tomos de la Comisión de la Verdad; he estado en Abancay nueve años dictando clases, conversando con la gente y he aprendido a recibir ese espíritu oral del pueblo”. Desarrollada la historia en comunidades de población quechuahablante, es de suponer que el quechua estaría presente. “El quechua no, pero sí está el espíritu quechua, ese gran drama silencioso de la gente que quiere hablar, que se da a conocer”. ¿Cuántas personas le han dicho que no debe escribir esta novela? “Varias. La novela ha causado escozor entre algunos escritores por el lenguaje. Lo más difícil es hacer una novela política usando lenguaje político. Ese es el gran peligro que he corrido con esta novela”. El crítico Ricardo Gonzales Vigil ha rescatado su nombre de entre los que han publicado algo resaltable en 2010. “Yo no he conversado con él. Lo ha considerado según su criterio, lo cual me anima a seguir escribiendo”.

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