Por Bethoven Medina Sánchez
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En el 2011 se presentó en Lima, Trujillo, Cajamarca y Piura (Perú) "Roberts Pool Crepúsculos", el último libro de Roger Santiváñez. Los comentarios a la obra estuvieron a cargo de los poetas Bethoven Medina y Alberto Alarcón, en el Paraninfo de la Universidad Nacional de Trujillo. Roger Santiváñez nació en Piura en 1956, estudió literatura en la Universidad Nacional de San Marcos y publicó los libros "Antes de la Muerte" (Cuadernos de Hipocampo, Lima 1979); "Homenaje para iniciados" (Reyes en el Caos, Lima: 1984).Paralelamente, participó en La Sagrada Familia, militó en Hora Zero y fundó el Movimiento Kloaka.
Pertenece a la generación poética peruana de los 80s. Entre otros libros, en el 2006 publicó su recopilación Dolores Morales de Santiváñez, en 2009 Labranda y en 2010 salió en Madrid, Amaranth precedido de Amastris. Fue a Santiago de Chile invitado por la Fundación Neruda para leer su poesía. Obtuvo un Ph. D. en literatura latinoamericana por la Temple University de Filaldelfia (Estados Unidos), donde actualmente es profesor de español avanzado, así como en Rutgers University donde enseña poesía latinoamericana.
Sus poemas han sido traducidos al inglés, al francés al alemán y al italiano. Ha participado en cónclaves poéticos y leído sus poemas en Cuba, Estados Unidos, México, Chile, Argentina, Colombia, Francia y España. Presentamos la entrevista que realizó Bethoven a Roger.
Observo que hay un creciente interés por parte de estudiosos latinoamericanos en Estados Unidos, por nuestro parnaso poético. Qué deberíamos ejecutar para seguir despertando interés por la nueva poesía peruana, teniendo en cuenta el problema estructural, económico-cultural de nuestro país y que no tiene aún una política cultural como sí lo tienen otras países latinoamericanos?
Seguir produciendo la mejor poesía del continente. De modo que el justificado interés que nuestra poesía despierta en los Estados Unidos se revierta en Latinoamérica. Es verdad que existe un grave problema estructural, económico-cultural en el Perú. Pero viendo el interés gringo esto puede empezar a cambiar, es decir, podría tratarse de implementar una mejor política cultural peruana de acuerdo y al nivel de la expectativa que nuestra poesía suscita en los Estados Unidos.
En el contexto peruano las últimas promociones de poetas peruanos, teniendo el precedente de “Los nuevos” de Cevallos que con juventud irrumpieran en nuestro parnaso durante los 60, se las llamó: generación del 70, generación del 80, generación del 90 y la de los 2000. A tu modo de ver, cuáles son las desiguales y vínculos entre los integrantes de estas promociones, sintetiza su caracterización y liderazgos, considerando que participaste en La Sagrada Familia (1977), militaste en Hora Zero (1980) y fundaste el movimiento Kloaka (1982).
Es cierto que la tradición moderna de nuestra poesía comienza con Javier Heraud introduciendo el llamado británico modo, básicamente con su lectura de TS Eliot en los tempranos 60s. Y también Luis Hernández y su “Qué tal viejo Ch’e su madre” refiriéndose a Ezra Pound en 1965. Pero es alrededor de 1968 que esta tendencia se afianza (cito a los más influyentes) con los trabajos de Antonio Cisneros, Rodolfo Hinostroza, Mirko Lauer y Marco Martos. Sin olvidar la contribución de Pablo Guevara y su “Hotel del Cuzco” que es de esta época. El Movimiento Hora Zero en 1970 radicalizó esta opción trayendo a nuestra poesía el lenguaje de las calles y de las provincias alejadas, tiñendo de india, chola y/o zamba nuestra modernidad poética. Esto está representado en los libros de Jorge Pimentel, Juan Ramírez Ruiz, Enrique Verástegui o Jorge Nájar. Esta labor prosiguió en los 80s, con la poesía del Movimiento Kloaka –Domingo de Ramos por ejemplo- lo que sucedía simultáneamente con otra revolución: la del lenguaje poético hacia su propia iluminación en el neo-barroco de José Morales Saravia, la imaginaria de Carlos Lopez Degregori y la elaboración –desde el otro lado de la lengua- de Mario Montalbetti.
En los años 80, apareció la antología “La Última Cena” (Lima, 1987), en cuyo prólogo anunciaban líneas principales de propuestas de nuevos discursos poéticos en un exposición literaria en donde primaba lo narrativo y lo coloquial. Se parlamentó una poética drástica y vanguardista, posicionada en la marginalidad del Movimiento KLOAKA. Cómo analizas ahora, teniendo en cuenta que en el interior del país (Arequipa, Trujillo, Piura, Puno y otras ciudades) surgieron voces que siguen vigentes y sorprendiendo?
Claro, siempre tenemos el problema del centralismo de Lima. El Movimiento Kloaka quiso ser la neo-vanguardia que inspirara a nuestra generación: la del 80. Por ser el fundador del Movimiento, no me corresponde evaluar sus alcances, logros y/o frustraciones; pecaría de subjetivismo. Lo que puedo decir es que la obra de sus ex-integrantes y/o simpatizantes –Dreyfus, De Ramos, Novoa, Gutiérrez Lyma, Velarde, Heredia, Soto, Polanco, Mazzotti, D. Ruiz Rosas, Dávila-Franco, Quijano, F. Martin, B. Mendizábal- habla actualmente, por sí sola de su magia y su poder.
Un antecedente inaugural se dio en la U. Católica, pues los ganadores de los Juegos Florales (1980) se constituyeron en el primer núcleo sólido de importancia poética en la década, me refiero a los Tres tristes tigres como se denominaron Mendizábal, Chirinos y Mazzotti, quienes publicaron la revista “Trompa de Eustaquio”. A ellos, agregaría a Jorge Eslava de U.San Marcos, Oswaldo Chanove de Arequipa, a Boris Espezúa de Puno; entre otros exponentes provincianos, quienes hicieron (hacen) una poesía de vuelta al orden-de alguna manera- y otros que siguen experimentando nuevas formas pero menos conversacional, como es tu caso, porque lo aprecio en tus recientes libros. Los ochenta continúan posicionados?
Considero que mi idea juvenil originaria de subvertir el lenguaje establecido continúa, sólo que de otra manera: a través de una búsqueda y elaboración con la materia fónica de la lengua que rompe con el coloqualismo imperante –desde los 1950s- con la antipoesía de Parra y el exteriorismo de Cardenal. Pero esto no es volver a ningún orden sino promover un cambio hacia el futuro. En ese sentido, pienso que la propuesta de los 80s continúa posicionada.
Tú crees que exista retorno intimista, influencia anglosajona, o estamos frente a la apertura, a la libre creación con calidad y lejos de la improvisación coloquial y excesivamente narrativa en relación con la nueva poesía de Hispanoamérica?
Claro, a eso va mi respuesta anterior. No creo que haya ningún retorno. Se trata –como tú dices- de superar el coloquialismo adocenado y la farragosa narratividad pedestre, por la vía de un trabajo con las reverberaciones verbales de la realidad -y no con referencias directas- creadas como una fantasía de la lengua, anclada y enhebrada en tanto un textil –textual- basado en los sonidos articulados cual si fueran notas musicales. He allí mi poética actual.
Ciertamente la poeta polaca Wislava Symborska opinó que en la prosa puede haber poesía; pero que en la poesía solo puede haber poesía. Ahora que la poesía es mayormente narrativa, como proyección de los setenta, ¿cuánto de narrativa puede tener la poesía para que siga siendo poesía?
Eso es lo que te decía. Esa preponderancia narrativa es lo que está despareciendo en la nueva poesía hispanoamericana, como queda claro en la obra de Kozer, Echavarren, Bracho, Milán, Espina, Lopez Adorno, Jiménez, De Cuba, Fariña Póveda, Eutiquio Sarabia, y muchos más.
De acuerdo. En cuanto a tu obra, ahora veo cómo todo lo anterior (80-90) reunido en Antes de la muerte (1979), Homenaje para iniciados (1984) y El chico que se declaraba con la mirada (1988), queda distante de tus últimos poemarios que denotan rupturas y traslados que conducen a una profunda transposición poética tal como en Symbol (1991), Cor Cordium (1995), Santa María (2001) y Eucaristía (2004). Oportunamente en el año 2006 apareció Dolores Morales de Santiváñez, Selección de Poesía (1975-2005), y posteriormente ratificas la transposición en Labranda (2008), Amaranth precedido de Amastris (2010) y últimamente Roberts Pool Crepúsculos (2011) en los cuales constatamos ruptura en cuanto al ritmo, a lo sonoro y visual…
Eso espero, es decir, que la ruptura sonora y visual se esté produciendo. Lo que pasa es que yo nací bajo el imperio del coloquialismo –la llamada poesía conversacional- y a partir de mis exploraciones en “El chico que se declaraba con la mirada” y en “Symbol” derivé en las playas neobarrocas –o la poesía del lenguaje- donde transito hoy en día.
Tu poesía ha formado un proyecto unitario? ¿Qué esperamos de tu obra, nos viene más mente y razón?
No, sería pretencioso de mi parte decir que he tenido un proyecto unitario –digamos como los de Guillén, Pound o Williams- . Yo he ido trabajando mis libros de acuerdo a la experiencia humana y vital que el destino me tocaba vivir. Y de acuerdo a la evolución interna de mi lenguaje en el tramo de un libro a otro. Creo que no vienen ni mente ni razón sino puro corazón, que es con el que yo escribo.
¿Qué dosis de corazón y de razón debe recibir un poema?
El corazón es para escribir el poema. La razón para corregirlo, pulirlo y darle el acabado final.
En tu última poética, notamos que el inglés ayuda a través de su musicalidad de onomatopeya al pronunciar los versos alternados con el español. Jorge Polanco cita como ejemplo el poema de la venta de chicken tacos, de Amastris. En suma, se identifican diásporas de sonidos que se oyen nítidamente, y se denota cómo refinas el oído para reunirlas en tu canto novedoso.
Cierto. Hay un énfasis en esa búsqueda de sonidos. Como te decía, actualmente yo escribo por secuencias fónicas. No tengo un tema pre-establecido. El tema va surgiendo dentro de la materia sónica del lenguaje. Trabajo con las sílabas, palabras y asonancias como si fueran notas musicales. Materia verbalis, Eielson dixit.
En el libro Amastris empiezas con un poema describiendo una especie de retrato, generando lozanía a través de la palabra bellamente hermética y resquebrajada, dan ganas de decir que triunfa la poesía….
Ese es mi propósito, que triunfe la poesía, a través de esa vista lozanía por ti observada y que yo llamo la dimensión órfica de la lengua.
Andrés Fisher, mencionó que Amaranth constituye la quintaesencia de tu trabajo. Y la poesía, siempre tan bien integrada al topos aunque lejos de las formas miméticas del coloquialismo, y que dentro de tu peculiar aproximación formal, el lenguaje vuelve a solazarse en la gozosa mixtura de fragmentos de la jerga urbano/marginal con otros cultos. Qué opinas?
Cierto. Trabajo lo coloquial incluyendo el habla cotidiana e incluso la jerga en un marco general –digamos culto- o inculto si se quiere. El asunto es que todos son sonidos para mí. Claro, por momentos pueden haber referencias cultistas, pero por otros es una pura invención sobre la lengua. Hay una búsqueda de iluminación –virtú la llama Pound-. Un nuevo culto en todo caso, en el sentido de nueva música. Esa es mi propuesta.
En Roberts Pool Crepúsculos, reciente poemario que fue uno de los ganadores del Concurso de poesía breve 2010, evento organizado por Hipocampo editores, se nota que interactuan artistas y músicos de rock; “despertando con sus acciones, manifiestos, desplantes y recitales tumultuosos las más controvertidas opiniones que sobre grupo alguno de poetas se haya dado en el Perú” (cito a Juan Zevallos).
El rock es mi música, yo nací y crecí con ella. Desde la más temprana infancia –porque mis hermanos mayores la escuchaban- y ya en la adolescencia formando mis propias bandas o participando –eventualmente- en otras como la inolvidable Aroma de Piura en 1972. Entonces, el rock and roll está indisolublemente ligado a mi poesía. No sólo en ciertas referencias, sino en el plano del ritmo y la actitud. De allí mi relación con bandas de la Lima de los 80s como Delpueblo, Delpueblo y delbarrio (rock fusión) y las originarias del rock subterráneo, o sea: Leuzemia, Narcósis, Guerrilla urbana, Autopsia y Zcuela Cerrada. Asimismo mi participación y militancia en El Averno de Quilca en los 90s.
Qué opinas del Premio Cervantes recientemente concedido a Nicanor Parra, no crees que influirá en los jóvenes creadores y se utilizará frases collage surrealistas o dadaístas?. Se volverá a la cotidianeidad y estableciendo nuevos nexos con el contexto? Otra vez la corriente del coloquialismo o poesía narrativa?
Pienso que el Cervantes otorgado a Nicanor Parra es perfectamente justo, en reconocimiento a su gran trayectoria y la influencia fundamental de su Antipoesía en nuestra lengua desde fines de los 50s y a forro durante los 60s y 70s. No creo que se vuelva a su égida. Actualmente –como te decía- hay otras tendencias, desde el neobarroco y la poesía del lenguaje, hasta lo más reciente de la joven poesía latinoamericana –una especie de fusión de lo anterior en delirio a la velocidad de las nuevas tecnologías- como puede apreciarse en la muestra País imaginario de Arteca, Medo y del Pliego para la que he compuesto un postfascio, libro que saldrá próximamente en España.